Momento Espírita
Curitiba, 22 de Dezembro de 2024
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ícone Esfuerzos necesarios
 

El hombre observaba con atención la pequeña abertura que apareció en el capullo en una rama de un árbol de su huerto.

Se sentó y acompañó por varias horas los esfuerzos de la mariposa que intentaba salir del capullo. Tanto se esforzaba para lograr que su cuerpo pasase a través de aquél pequeño agujero, que el hombre ya se estaba poniendo impaciente.

Al notar que la pequeña mariposa no conseguía mucho progreso, el hombre decidió ayudarla. Tomó una tijera y cortó lo restante del capullo.

La mariposa salió entonces con facilidad, pero su cuerpo todavía no estaba a punto. Era pequeño y sus alas estaban arrugadas como si estuvieran pegadas por una substancia pegajosa.

El hombre continuó observando a la mariposa pues esperaba que en cualquier momento sus alas se abrieran para soportar el peso del cuerpo y ella pudiera volar libre por el aire.

Pero, aunque con sorpresa, vio que nada de lo esperado sucedió. En verdad, la mariposa pasó el resto de la vida arrastrándose con as alas encogidas y nunca fue capaz de volar.

Lo que el hombre, en su gentileza y ganas de ayudar, no entendía, era que el capullo apretado y el esfuerzo de la mariposa para pasar a través de la pequeña abertura eran necesarios para fortalecer sus alas.

Al no entender y, por esa razón, no confiar en las leyes de la naturaleza, el hombre hizo un gran mal a la mariposa, pensando en hacer el bien.

En su intento para ayudarla, no permitió que ella hiciera los esfuerzos necesarios al propio desenvolvimiento.  Muchos entre nosotros, porque no comprendemos las Leyes Divinas, pensamos que por el hecho de tener que hacer esfuerzos y pasar por algunas dificultades en la vida, seremos perjudicados.

Sin embargo, el esfuerzo es justamente lo que precisamos para desarrollar las alas de la libertad. Si Dios nos permitiera pasar por la vida sin cualquier tipo de obstáculo, no seríamos  fuertes ni capaces de levantar vuelos más altos, hacia la luz.

Así pues, cuando evitamos que nuestros hijos o aquellos a quien educamos hagan esfuerzos para vencer los desafíos naturales, impedimos que se hagan lo suficientemente fuertes para romper el capullo de la ignorancia y crecer con las propias experiencias.

Muchas veces, en nuestro intento de ayudar, terminamos perjudicando mucho a los que  tanto amamos, al hacer en su lugar las tareas que a ellos compete realizar.

Dios, que es la Suprema Bondad, brinda a todos sus hijos oportunidades de elevación en las luchas diarias.

Así también actúan los padres conscientes. Observan de cerca a sus hijos, pero dejan que ellos hagan los esfuerzos necesarios al propio crecimiento.

*  *  *

Si usted aspira a la subida para convivir con la luz, no se niegue al esfuerzo de abandonar el valle de sombras en el que su corazón está respirando ahora.

 

Redacción del Momento Espírita.
En 18.05.2009.

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