En una casa en reforma, todo el que se queda inmóvil en medio de la sala, tiende a estorbar.
Si alguna vez hemos pasado por el proceso de reforma en nuestra casa, seguro que comprendemos la expresión.
El entorno se encuentra en un estado de caos temporal, todo fuera de lugar, suciedad, extraños deambulando a menudo por los ambientes íntimos de nuestro hogar sagrado.
Sufrimos, pero lo toleramos, porque es una reforma, algo para el bien, algo que pronto traerá un resultado mejor.
Acabamos soportándolo, pero siempre con una pequeña queja aquí, una crítica allá.
Algunos de nosotros nos asustamos. Salimos de nuestro ritmo, de nuestra rutina, como si eso fuera el peor acontecimiento del mundo, olvidando que se trata de una mejora, de un pulido, a veces un arreglo.
Así es... Hemos vivido en varias casas en proceso de reforma.
La primera de ellas es la casa interior. El alma es una casa en proceso de reforma. Las encarnaciones actuales son encarnaciones de ajustes, transformaciones y remodelaciones.
Arreglamos las goteras, la pintura que se desprende con el tiempo y, al mismo tiempo, ampliamos la vivienda, construyendo nuevas habitaciones y haciéndolas más cómodas y mejores.
Desarrollamos virtudes y trabajamos nuestros vicios: esa es la reforma interior de la vida cotidiana.
La segunda casa en reforma es nuestra familia.
Casas en reorganización que se reúnen por diversas razones. La familia es un organismo vivo en constante evolución y reestructuración.
No esperemos vivir en un hogar sin conflictos, sin desafíos, sin frustraciones. La familia es una casa en reforma.
Mucho polvo en el aire, muchos muebles fuera de lugar, mucha gente hablando al mismo tiempo sin entenderse, en situaciones diferentes.
Pero de eso se trata, recordémoslo. Cuanto antes se hagan los ajustes, cuanto antes solucionemos los problemas, antes tendremos la casa lista como nos gustaría.
Al fin y al cabo, el planeta Tierra es la gran casa en reforma.
No debería sorprendernos. Las casas íntimas en reestructuración, dentro de las familias y las sociedades en reajuste, dan lugar a una gran reforma.
Vale la pena hacer una advertencia, una observación fundamental, que planteamos en nuestra primera frase:
En una casa en reforma, todo el que se queda inmóvil en medio de la sala, tiende a estorbar.
Sabemos muy bien cómo estorba alguien que se queda parado en medio de la confusión, simplemente sin hacer nada. Incluso, podemos decir que retrasa el trabajo de los demás y la reforma de su propia casa.
Ese lenguaje figurado nos remite a que ¡estamos estorbando el proceso de reforma de nuestra propia casa!
Suena extraño, pero es más común de lo que pensamos.
Así que la nuestra es una invitación a la acción, a la proactividad. Cuanto más ayudemos, antes acabará, antes podremos disfrutar de los beneficios de un hogar mejor.
Eso se aplica a la reforma interior, a la de la familia y a la del planeta.
Pensemos en eso la próxima vez que estemos parados en medio de la sala, mientras tantos trabajan por el bien, por la mejora de las edificaciones, por las realizaciones necesarias y urgentes en el planeta.
También es nuestra casa. ¡Manos a la obra!
Redacción del Momento Espírita
El 16.10.2023