Momento Espírita
Curitiba, 22 de Dezembro de 2024
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ícone Cartas perfumadas

En el tiempo

En que perfumábamos las cartas

Tal vez no entendíamos

Pero, también llenábamos de perfume

El camino recorrido por ellas.

 

Cuántas manos

Del remitente al destinatario...

Cuántas flores

Vertidas sobre carreteras

De piedra.

*   *   *

 

Hubo un tiempo en que escribíamos cartas. Créanlo los más jóvenes, pero escribíamos, de puño y letra -como suele decirse- y, dependiendo de su contenido, o a quién se destinasen, podíamos añadirles perfume, para que quien las recibiera pudiera sentirnos más cerca.

Nos referimos, naturalmente, a las llamadas cartas de amor, a las líneas apasionadas que nos dirigíamos unos a otros, esperando días, semanas, meses a veces, para que llegaran a su destino.

Esposas y novias de soldados que estaban en el frente; parejas separadas por océanos, debido al trabajo o los estudios; jóvenes que dirigían versos abriendo el corazón a sus pretendientes. Así viajaban muchas correspondencias perfumadas.

Tomamos ese símbolo como referencia, porque quizá se nos escape un detalle muy curioso y hermoso: no sólo el destinatario recibía el perfume de la misiva, sino cualquiera que tocara la carta o se acercara a ella.

Así, nos quedamos pensando cuántas manos se habrán balsamizado a lo largo del camino, cuántas almas se habrán impregnado, aunque suavemente, de la fragancia del cariño, de la añoranza y de la amistad.

Ahora, pensemos en nuestras acciones en el bien, aquellas que tenemos la oportunidad de practicar todos los días, en las palabras perfumadas que pueden salir de nuestra boca, en las vibraciones de amor que dejamos por donde pasamos cuando nuestros pensamientos exhalan belleza.

Somos cartas vivas que aromatizan o infectan las sendas de la existencia terrestre por donde nos movemos.

Podemos ser aquellos que aportan optimismo, alegría, ganas de vivir.

Podemos ser aquellos que muestran gratitud a todo, y aunque atraviesen mares agitados, tormentas, conocen muy bien al Señor de los océanos y no se dejan desanimar.

Podemos ser los amables, los románticos, los de buen humor, los que se interesan por la vida del otro, por la charla rápida y atenta en la esquina, en el ascensor o en la panadería.

Cartas perfumadas. Todos tenemos el potencial de perfumar los caminos, todos podemos llevar un poco de felicidad a quienes viven las penas de la vida misma.

Y lo más increíble es que nuestra fragancia no se quema como la luz de una vela, no se gasta.

No, es un aroma que permanece para siempre, como aquel que aún queda en los viejos papeles de carta, guardados dentro de los libros, dentro de las agendas, dentro del amor de nuestro corazón.

Seamos cartas perfumadas en nuestra familia. Seamos cartas perfumadas en nuestro lugar de trabajo. Seamos aquellos que siempre dejan algo bueno por donde quiera que pasemos.

Vigilemos nuestros pensamientos, vigilemos las palabras y las acciones. Que nos guíe siempre la propuesta sublime del amor.

Muchos aún, con el olfato del alma embotado, no percibirán nuestra exhalación perfumada - lo que es natural.

Otros, sin embargo, inspirados por los bálsamos vertidos por nuestras actitudes renovadas, irán en busca de sus propias esencias de nardo.

Pronto, se convertirán en nuevas cartas perfumadas.

Redacción del Momento Espírita
El 24.3.2023.

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