Cressy Morrison, que fue presidente de la Academia de Ciencias de Nueva York, decía que la vida es un arquitecto maravilloso, que erige en las profundidades submarinas los castillos de algas y de corales.
Es un escultor extraordinario, que trabaja cada hoja y tallo, ramas y contornos jamás repetidos en ninguna otra flor u hoja encontrada en la Tierra.
Es el paciente maestro de música que enseña a cada pájaro a cantar su canción de amor.
Es el químico sublime que da a cada fruta su sabor característico e inconfundible.
Es el perfumista caprichoso que transforma el humus en aroma.
Al declarar su creencia en Dios, entre otras cosas, Morrison ensalza el instinto animal, cuyo mecanismo aún desconocemos.
Es ese instinto, por ejemplo, que hace que diversas especies de peces, alrededor del mundo, naden contra la corriente, para realizar el desove, todos los años.
Es el fenómeno de la piracema, palabra tupí, que significa subida del pez.
En el momento de la fecundación, que se produce externamente, la hembra libera los huevos en el agua y el macho suelta los espermatozoides directamente sobre ellos.
Después de eso, ellos vuelven a bajar por el río.
Cabe señalar que los huevos y las larvas también realizan el viaje en dirección contraria a la piracema a medida que maduran.
¿Quién gobierna ese tránsito? ¿Quién ideó esa planificación? ¿A quién se le ocurrió?
Hay quienes dicen que es un plan de la naturaleza. Por supuesto, pero ¿quién lo planeó?
Si observamos un hornero, nos sentimos aún más intrigados. Cuando llega la época de apareamiento, sube al árbol más alto para construir su nido.
Pero, antes de colocar la puerta, él va a la rama superior y coloca el pico en la dirección de los vientos, para saber de qué dirección vendrán los vientos en el invierno.
Entonces, él abrirá la puerta por el lado opuesto, a fin de preservar su descendencia. Y no falla nunca.
La pareja construye la casa con paredes de tres a cuatro centímetros de espesor, utilizando barro húmedo, estiércol y paja.
Queda completamente lista entre dieciocho y treinta días, dependiendo de las lluvias o de la sequía.
El nido terminado pesa de cuatro a cinco kilos y puede soportar hasta cien kilos, además de fuertes lluvias, o el calor del sol.
Dividido en dos habitaciones, en una de ellas, acolchada con plumas, la hembra pone los huevos.
Si todo eso nos habla de la Excelencia Divina, que es exactamente la inteligencia que así se ha establecido, ese pajarillo nos da varias lecciones.
La del trabajo conyugal en conjunto. La de la preservación de la especie.
La de la solidaridad y de la sostenibilidad del medio ambiente. Porque cuando el nido es abandonado, es ocupado por canarios, golondrinas, tordos y gorriones.
La perseverancia, la lucha incansable es otra lección. Un amigo observó que, tras una terrible tormenta que destruyó ciudades, incluso la casa del hornero, en su propiedad, había sido destruida.
Pues sobre la base que había quedado, apenas se calmó la naturaleza, la pareja regresó al trabajo de reconstrucción de su hogar.
Aprendamos de esos ejemplos y, en todo, alabemos al Creador de esas excelencias que encantan nuestra alma.
Dios, el Arquitecto, el Escultor, el Maestro.
Redacción del Momento Espírita, con transcripciones de
frases del artículo Razões para crermos em Deus,
de Cressy Morrison.
El 17.3.2023.