Momento Espírita
Curitiba, 22 de Dezembro de 2024
busca   
no título  |  no texto   
ícone Matemática Divina

La matemática, tal y como la conocemos, es un área del conocimiento responsable de estudiar estructuras y magnitudes.

Utiliza el razonamiento lógico para comprender la aritmética, el álgebra, la geometría, la trigonometría, la estadística y el cálculo.

Su principal objetivo es la sistematización de cantidades, medidas, espacios, estructuras y variaciones.

No nos damos cuenta, pero forma parte de nuestras vidas más de lo que imaginamos. Utilizamos esa ciencia para prácticamente todo en nuestra vida cotidiana.

Sin embargo, todavía trabaja con lo tangible, con el mundo de los sentidos, de las dimensiones materiales.

Por eso es natural que nos resulte extraño cada vez que se nos presenta otro patrón de medida, espacio o cálculo...

Veamos, por ejemplo, las matemáticas que hay detrás de la lección de Jesús en el conocido pasaje titulado: El óbolo de la viuda.

Recordemos que el Maestro estaba delante de un lugar, en el templo, donde las personas depositaban donativos en dinero. Los ricos lo dejaban en grandes cantidades.

Hasta que surge un personaje que iba a cambiar la narrativa. Una viuda, que va hasta el altar y deja sólo dos pequeñas monedas. Mucho menos que cualquiera de los otros.

Jesús aprovecha el momento y presenta el concepto de las nuevas matemáticas:

En verdad os digo que esta pobre viuda ha dado mucho más que todos los que antes hicieron sus ofrendas, porque todos los demás dieron de lo que les sobraba, mientras que ella dio de lo que le faltaba. Incluso dio todo lo que tenía para su sustento.

Esa propuesta del Maestro, que reflejaba las Leyes Divinas, demuestra que menos puede ser mucho más, porque depende de factores más importantes. Factores que las mediciones materiales no logran alcanzar.

En otras ocasiones, el Maestro dijo que no sería la acumulación de tesoros en la Tierra lo que nos haría verdaderamente ricos.

En la parábola del rico y Lázaro, vemos la decepción del hombre rico cuando, al llegar a la nueva vida, después de la muerte, se da cuenta de que Lázaro, que durante la vida fue miserable y estaba cubierto de úlceras, se encontraba en mejores condiciones espirituales.

Aún, recordando la linda historia del sembrador y de la semilla caída en diferentes terrenos, veremos que aquella que vertió en buen suelo, en tierra buena y preparada, rindió mucho más que un nuevo tallo de trigo.

Algunos granos produjeron cien. Otros sesenta y otros treinta.

Todo eso nos muestra que la multiplicación del bien se da de forma grandiosa, inexplicable en los cálculos de las matemáticas del mundo, sólo comprensible por las Leyes mayores del cosmos.

Por eso decimos que la suma del amor de uno más uno es mucho mayor que solo dos.

Es así como entendemos la fuerza del uno arrastrando multitudes, derrotando ejércitos inmensos, cambiando la vida de millones.

Todavía somos, como Humanidad, infantes en el jardín, aprendiendo las primeras lecciones de esa matemática sublime.

Queda por delante un horizonte infinito por desvelar. Jesús fue nuestro primer maestro y permanecerá con nosotros en todos los niveles de nuestra formación espiritual. Contemos siempre con Él.

Redacción del Momento Espírita, con cita del
 
Evangelio de Marcos, cap. 12, vers. 41 a 44
 
y en el Evangelio de Lucas, cap. 21, vers. 1 a 4.
El 27.2.2023.

© Copyright - Momento Espírita - 2024 - Todos os direitos reservados - No ar desde 28/03/1998