Originalmente, el significado de la palabra veterano nos remite a la persona que sirvió durante muchos años como militar.
De ahí que utilizamos el término veterano de guerra, que indica a quienes estuvieron en esos conflictos y, ahora de vuelta, se muestran más experimentados en los embates.
Utilizamos el mismo término en el ámbito académico, para distinguir a quienes tienen cierta experiencia en los asuntos universitarios, de los novatos, de los recién llegados.
Por su origen o por sus derivaciones, podemos entender a un veterano como una persona con mayor experiencia, un individuo experto en un área, por haber trabajado en ella durante mucho tiempo.
La palabra suscita cierto respeto, consideración e incluso admiración hacia esos veteranos, dados los logros que han adquirido.
Del mismo modo, podemos analizar a los veteranos de la vida.
Aquellos que han recorrido largos caminos en esta existencia, hasta el punto de comprenderla de una manera diferente.
Traen en la mirada una cierta profundidad.
En sus rostros, surcos, esculpidos por los embates sufridos, que llamamos arrugas.
Han tenido decepciones, es cierto. Algunos han aprendido de ellas. Otros, ante ellas, se han mostrado incrédulos, rebeldes.
Han sufrido grandes pérdidas, como es natural. Algunos, en la pérdida, buscaron el camino de la readaptación y aprendieron a vivir con serenidad en compañía de la ausencia.
Otros han transformado ese vacío en tristeza y profunda melancolía.
Algunos han acumulado grandes sumas de dinero. Otros han preferido coleccionar memorias, encuentros y dulces recuerdos.
Algunos se han permitido amar, equivocarse, tropezar y volver a empezar. Hicieron de su jornada un aprendizaje diario sobre sí mismos, sobre el mundo y sobre la naturaleza humana.
Otros, para sufrir menos, han preferido preservarse de las experiencias, de las venturas. Nunca se han sumergido en el río de la existencia. Sólo se sentaron en sus orillas, mojándose cuidadosamente los pies.
* * *
Y nosotros, ¿cómo procedemos?
Si la vida nos lo permite, todos nosotros también seremos veteranos en ese viaje de la existencia.
¿Y qué tipo de veterano queremos ser al encontrarnos con los menos experimentados, con los novatos de la vida terrenal?
Recordemos que nadie se convierte en veterano de un momento a otro. Ningún proceso de maduración se produce de repente.
El veterano que seremos se está construyendo hoy, a partir de nuestras elecciones.
Para ser veterano es necesario un esfuerzo significativo, para que las decepciones de la vida no ahoguen los ideales cultivados.
Para llegar al ocaso de la existencia, no es necesario ser amargado e incrédulo con todo y con todos.
Sin embargo, es necesario comprender que las personas no son perfectas. Por eso, podemos sufrir decepciones y traiciones.
Sin embargo, esas experiencias pueden ser oportunidades para reflexiones más profundas y la consecuente maduración.
Cuando el cuerpo se presente decaído, no necesitamos volvernos intransigentes e irritables.
Sin embargo, es fundamental estar abierto a nuevas experiencias, al aprendizaje y al cambio de puntos de vista.
De ese modo, tengamos presente que los días venideros serán siempre la cosecha de lo que hoy pensamos, actuamos y elegimos albergar en el corazón y en la mente.
Redacción del Momento Espírita
El 2.2.2023.