Momento Espírita
Curitiba, 22 de Dezembro de 2024
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ícone Hablando de amor

¿Alguna vez has soñado con vivir un gran amor? ¿De los que llenan las historias románticas y llenan el corazón de suspiros?

¿Alguna vez te has imaginado viviendo en una relación que pareciera un mar de tranquilidad, sin desacuerdos ni malentendidos?

Es natural que alimentemos esos deseos y anhelemos únicamente alegrías en la relación de dos.

Elegimos con quién compartir nuestra vida y en nuestro corazón hacemos planes de venturas y sueños de felicidad.

Sin embargo, cuando nos involucramos en la relación con el otro, surgen muchas dificultades.

Pronto, las diferencias empiezan a surgir aquí o allá, comenzando a exigirnos virtudes que, casi siempre, no tenemos.

En algún momento necesitaríamos más paciencia, pero no la encontramos lo suficiente en nosotros.

En otras situaciones, haría falta un poco más de comprensión y eso es precisamente lo que nos falta.

Otras veces, sería necesario olvidarnos un poco de nosotros mismos, a fin de darnos al otro. Y ni siquiera nos damos cuenta de eso.

Eso ocurre porque traemos muchas dificultades en nuestro mundo íntimo, siendo natural que ellas influencien en nuestras relaciones.

A menudo, aunque haya amor, sigue siendo limitado, con dificultades para ser experimentado de una forma más pacífica y dulce.

Como traemos nuestro mundo íntimo verdaderamente turbulento, enturbiado por otros muchos sentimientos, la vivencia del amor se hace difícil.

Sin embargo, nada de esto debe ser motivo para que nos rindamos o nos desanimemos en ese reto de las relaciones humanas.

Las virtudes que hoy no poseemos nos llegarán en la medida en que invirtamos en su ejercicio.

Las dificultades de hoy serán menores si insistimos en la conjugación de aprender a amar.

El amor se consolida y se afianza en las relaciones humanas, afrontando los retos y cuando nos permitimos la oportunidad de vivirlos y superarlos.

Muchos de nosotros, en las primeras dificultades, en los primeros embates, llegamos a la conclusión de que el amor se ha terminado, que no tiene sentido seguir invirtiendo en la relación.

Si en cada dificultad que surge hacemos un movimiento para abandonarlo, no maduraremos. Siempre estaremos en la misma medida, en la misma envergadura emocional.

No conquistaremos las virtudes sin nuestro propio esfuerzo. No superaremos nuestras limitaciones si no tenemos el coraje de afrontarlas.

De ese modo, en la medida en que nos propongamos aprender de los conflictos naturales que las relaciones ofrecen, iremos recogiendo, aquí y allá, las cuentas de las virtudes.

Al coleccionar pequeñas perlas de paciencia, de comprensión, de amabilidad, de generosidad o amistad, ellas llenarán nuestro corazón con los valores que nos faltan.

Así que no hay nada mejor que invertir en las relaciones. Afrontar las pequeñas dificultades con coraje y naturalidad.

Más adelante, lo que parecía tan difícil, se convertirá en una lección conquistada y estaremos listos para nuevos embates.

Al abandonar la ilusión de que los sentimientos nacen listos, conquistamos la lucidez en la gran ventura de la vida, comprendiendo que aprender a amar es el mayor reto que ella puede ofrecernos.

Redacción del Momento Espírita.
El 20.1.2023.

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