Momento Espírita
Curitiba, 22 de Dezembro de 2024
busca   
no título  |  no texto   
ícone El poder de la oración

Se cuenta que una pobre señora, con visible aspecto de derrota estampado en el rostro, entró en un almacén, se acercó al propietario, conocido por su trato grosero, y le pidió fiado algunas provisiones. 

Ella contó que su marido estaba muy enfermo y no podía trabajar y que tenía siete hijos para alimentar.

El dueño del almacén se burló, y le pidió que se retirara de su establecimiento.  Pensando en la necesidad de su familia ella imploró:

"Por favor señor, le traeré el dinero en cuanto lo tenga...”

Pero el hombre le contestó que ella no tenía crédito ni cuenta en su comercio.

De pie, en el mostrador al lado, un cliente que escuchaba la conversación entre los dos, se aproximó y le dijo al dueño del almacén que debería darle a esa mujer lo que ella necesitaba para su familia, pues correría por su cuenta.

Entonces el comerciante le dijo titubeando a la pobre mujer.

"¿Tiene usted una lista de provisiones?"

"Sí", ella le contestó.

"Muy bien, ponga la lista en la balanza y le daré lo que ella pese en provisiones".

La pobre mujer vaciló un momento y con la cabeza baja, retiró un trozo de papel, escribió algo y lo depositó suavemente en la balanza.

Los tres se admiraron cuando el plato de la balanza que tenía el papel bajó y allí permaneció.

Completamente admirado con el fiel de la balanza, el comerciante giró lentamente hacia su cliente y comentó contrariado:

"¡No puedo creerlo!" El cliente se sonrió y el hombre empezó a poner las provisiones en el otro plato de la balanza.

Como el fiel de la balanza no se equilibraba, él continuó poniendo más y más provisiones hasta que no cabía nada más. El comerciante se detuvo por unos instantes mirando para la balanza, intentando entender lo que había sucedido... Finalmente, tomó el trozo de papel de la balanza y se espantó al ver que no era una lista de compras sino una oración que decía así:

"Mi Señor, usted sabe mis necesidades y estoy dejando esto en sus manos..."

El hombre le entregó las mercaderías a la pobre mujer en silencio absoluto. Ella agradeció y se marchó.

El cliente pagó la cuenta y dijo: "ha valido cada centavo..."

Solamente más tarde el comerciante pudo darse cuenta que la balanza se había roto, en ese momento entendió que sólo Dios sabe cuánto vale una oración... 

Muchos nos hemos olvidado del poder de la oración en los momentos de dificultades.

Generalmente lo único que hacemos es lamentar la situación y dudar del amparo divino.

Sin embargo, Jesús, el Maestro por excelencia, buscaba elevar el pensamiento al Padre, en muchos momentos de su existencia en la Tierra. Y varias veces para rogar por a humanidad entera.

El rezo debería ser nuestra primera actitud en las horas difíciles y también  en los momentos de felicidad. En dificultad, para rogar fuerzas y discernimiento y en la alegría para agradecer.

Al fin de cuentas, la oración es la puerta que abrimos para comunicarnos con las fuerzas superiores que, en última instancia, vienen del Creador del universo. 

¡Piense en esto! 

La oración tiene el valor que nuestra emoción le da.

Solamente la oración impulsada por el sentimiento y por la verdadera fe, alcanza su objetivo.

Puede ser solamente una frase, una palabra, o simplemente un gesto de humildad.

Dios, que sabe de nuestras intenciones más secretas, siempre atenderá de acuerdo con nuestros méritos y necesidades.

 

(Historia recibida por correo electrónico, autor desconocido)

© Copyright - Momento Espírita - 2024 - Todos os direitos reservados - No ar desde 28/03/1998