Momento Espírita
Curitiba, 22 de Dezembro de 2024
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ícone Una ola gigante

Una pesadilla aterradora para muchos, ciertamente: una ola gigante viniendo en su dirección, imponente, tragándose todo a su paso.

En nosotros se mezclan sentimientos: impotencia, pavor, desorientación. No hay nada que hacer, no hay adónde ir. Todo parece condenado.

Ante las grandes amenazas, ante los grandes problemas de los días, muchas veces nos sentimos así y los sueños, por la noche, acaban produciendo esas representaciones aterradoras.

Ahora intentemos imaginar otra escena: un muro de agua del mar de unos veinticuatro metros de altura, a punto de romperse en la costa.

En lo alto de toda esa imponencia, en la cresta, vislumbramos algo que nos sorprende: allá está una persona.

Se trata de un surfista que se proyecta por la pared, desafiando lo que sería la mayor ola jamás surfeada en el mundo.

Los que observamos, desde la distancia, ni siquiera respiramos en esos breves segundos. Vemos la pequeña y veloz raya dibujada en el agua del mar, mientras que detrás, el gran muro parece querer derrumbarse en cualquier momento.

El océano se silencia, esperando la gran ola, como si contuviera el aliento antes del rugido ensordecedor de la ola rota en el raso.

Después del gran estruendo, entonces, allí está el deportista, ileso, de pie en su tabla, victorioso sobre la espuma de la ola vencida.

*   *   *

Los grandes problemas pueden verse como grandes oportunidades.

El mundo de las pruebas y las expiaciones es también el mundo de los aprendizajes constantes, es el mundo escuela.

Cada experiencia, por más aterradora que pueda parecer, encierra en sí una lección para el Espíritu en crecimiento.

Es importante no ver las olas gigantes de la vida como grandes males, grandes desgracias.

Abandonemos esta visión inmediata y simplista, que juzga los acontecimientos de forma precipitada, sin percibir sus consecuencias más adelante. La vida del Espíritu es la vida a largo plazo.

¿Cuántas olas aterradoras hemos enfrentado en la vida y en las vidas, sobreviviendo al final?

No es la primera vez ni la última que enfrentaremos retos de esa magnitud, así que es hora de pensar de forma diferente.

¿Por qué no surfeamos en las inmensas olas que se presentan? ¿No es esa la invitación del océano de la vida?

Pensemos, estudiemos, analicemos, preparémonos mejor.

El mar no es el enemigo, así como las Leyes de Dios tampoco lo son.

Invitemos al coraje a estar con nosotros todos los días. El miedo es natural. No nos avergoncemos de él. Sigamos con él a nuestro lado, pero no permitamos que él nos controle.

Nada puede destruirnos. Somos más grandes que las olas gigantes, aunque no lo parezca.

*   *   *

Mientras nos encontramos en el plano de ejercicio, cual es la corteza de la Tierra, siempre nos enfrentaremos a la dificultad y al dolor.

La lección dada es el camino hacia nuevas lecciones.

Detrás del enigma resuelto, aparecen otros enigmas.

La función de la escuela no puede ser otra que la de enseñar, ejercitar y perfeccionar.

Por lo tanto, llenémonos de calma y buen ánimo en todas las situaciones.

Hemos sido puestos entre mil obstáculos de naturaleza extraña, para que, venciendo inhibiciones fuera de nosotros, aprendamos a superar nuestras limitaciones.

 Redacción del Momento Espírita, con citas del cap. 61,
 del libro
Fonte Viva, por el Espíritu Emmanuel,
 psicografía de Francisco Cândido Xavier, ed. FEB.
El 4.10.2022.

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