La renombrada científica llegó a la escuela del municipio. Su llegada atrajo a reporteros, políticos y a los padres curiosos. La Dra. Brown, con maestrías y doctorados, dominando varios idiomas, impartió una clase para el quinto grado.
Su objetivo era demostrar lo que había de más moderno y eficiente en términos de tecnología, en el mundo. Para satisfacer la curiosidad, la clase fue transmitida por videoconferencia en la plaza de la ciudad. Ella habló sobre los más avanzados inventos tecnológicos y fascinó a los niños con los aparatos que había traído en una gran maleta.
Finalizó diciendo que cada alumno debía traer, al día siguiente, un texto describiendo lo más moderno y eficiente que había en su propia casa. El mejor relato ganaría un relevante amparo financiero.
Al otro día, había aún más gente en la plaza preguntándose quién sería el ganador. La Dra. Brown leyó todos los textos y después de algún tiempo, emocionada, anunció el ganador.
Fue un niño de diez años el que escribió:
Usted me pidió que escribiera sobre lo que hubiese más moderno y eficiente en mi casa.
Bueno, yo vivo lejos de la escuela. Me levanto muy temprano porque vengo a pie. Mi madre me ofrece una taza de café con leche calientito. Ella es muy rápida para encender la cocina a leña.
De los aparatos que usted citó en la clase, no hay ninguno en casa. No tenemos energía eléctrica. Mi madre ilumina toda la casa con una lámpara de queroseno. Creo que ella también es científica, como usted.
La poca ropa que tenemos es lavada en el río, con jabón de ceniza.
Cuando regreso de la escuela, el almuerzo está listo. Mamá y yo nos ocupamos de la plantación alrededor de la casa: un pequeño campo de arroz, frijoles, algunas verduras.
La comida siempre es deliciosa, incluso con algunos huevos, porque tenemos gallinas. Y un huerto, que visito todos los días.
Me ha gustado la máquina que filtra el agua que nos ha enseñado. En casa, mamá también nos da buena agua. Ella hierve bastante el agua del río, la deja enfriar y la pone en vidrios esterilizados.
Usted debería conocer a mi madre. Ella es hermosa. Su mayor sueño es aprender a leer. Pero hace muy bien las cuentas aritméticas. Hasta me ayuda en la tarea.
Por la noche, ella narra historias sobre un hombre llamado Jesús y hacemos oración, antes de dormir.
A veces, escucho a mis colegas hablando sobre lo que pasó en la televisión. En esos días, tengo ganas de tener una en mi casa, pero después la voluntad pasa.
Porque soy muy feliz ayudando a mi madre, conversando con ella, siendo amado por ella. Entonces, tengo la certeza de que no falta nada en nuestra casa.
Me acordé del exprimidor de frutas ultra potente que usted nos ha enseñado. Me pareció interesante. Pero, en casa, comemos la fruta fresca del árbol todos los días.
Bueno, creo que mi texto no servirá para lo que usted pidió. Lo escribí porque mi madre me enseñó a cumplir a tiempo todo lo que se me pide.
Agradezco su visita a mi escuela y la oportunidad de conocer a la segunda mujer más importante del mundo. La primera, sin duda, es mi madre.
Termino mi redacción con seguridad y certeza: lo que hay más moderno y eficiente en mi casa atiende por el nombre de mamá.
Terminada la lectura, la Dra. Brown concluyó: Descubrí hoy, en esta ciudad del interior, una lección que ninguna universidad del mundo logró enseñarme.
Me he preocupado demasiado por tener, por inventar, por llamar la atención. Dejé de ver lo que realmente vale la pena en esta vida: la extraordinaria tarea de ser madre. El gran tesoro del amor.
Redacción del Momento Espírita, con base en la crónica
O que há de mais moderno e eficiente em sua casa?,
de Ângela Aparecida Gonçalves Reis Ferreira, del periódico
A voz da cidade, Paraguaçu, del 4 de mayo de 2013.
El 1º.8.2022.