El tránsito, como se hace frecuente en las grandes ciudades, estaba atribulado, realmente agitado.
Todos aparentaban tener mucha prisa en alcanzar sus objetivos, en vencer el trayecto que parecía demasiado largo, debido a la lentitud del tránsito.
En uno de estos huecos en el tránsito, Lucas, en el afán de ganar unos metros más, intentó una maniobra para cambiar rápidamente de pista.
Sin embargo, no se dio cuenta del coche que venía detrás, obligando al conductor a frenar rápidamente. Los bocinazos llegaron poco después, las palabras pronunciadas con violencia, que él ya podía escuchar.
En el siguiente semáforo, los dos coches se emparejaron. Lucas bajó la ventanilla y se dirigió al conductor que le había insultado.
El conductor, todavía rojo por lo que acababa de ocurrir, se preparó para la guerra verbal que, pensaba, debería empezar en aquel momento.
Fue cuando Lucas, le dijo amablemente: Perdone mi mal comportamiento. Fue la prisa y la distracción. Perdóneme por lo que le he causado.
El ceño fruncido del conductor vecino fue sustituido por la sorpresa casi de inmediato. Aturdido por la inesperada respuesta, se desarmó de la pelea que ya había planeado.
Y, rendido por la gentileza, abrió amplia sonrisa y respondió: Imagine, mi amigo, no fue nada. ¡Eso le pasa a todo el mundo!
* * *
¿Cuántos de nosotros nos olvidamos de la amabilidad como herramienta para lidiar con las situaciones difíciles de nuestra vida cotidiana?
Nos quejamos de la virulencia de las personas, nos quejamos de lo ásperas y groseras que son, pero, muchas veces, utilizamos las mismas actitudes.
Es cierto que el final de la historia podría haber sido diferente, si Lucas no hubiera sido amable y educado. Si hubiera sido agresivo, en lugar de recibir una sonrisa de comprensión, se habría llevado consigo la rabia y la intemperancia del otro.
De ese modo, somos nosotros los que cargamos la posibilidad de elegir nuestras herramientas en el trato con los demás.
Cuando alguien es áspero, ¿cómo actuar? Si el otro nos trata con grosería, ¿cómo debemos comportarnos?
La amabilidad siempre será el toque especial que no nos permitirá caer en esas trampas que comúnmente encontramos en nuestro día a día.
La amabilidad es lo que podemos ofrecer para hacer el día más ligero, las relaciones menos difíciles, la vida diaria más agradable.
Y como alguien dijo: La amabilidad engendra amabilidad.
Naturalmente, habrá quienes todavía no consigan percibir la amabilidad que se les ofrece, y que desprecien tal hecho, actuando con indiferencia en su habitual grosería.
Pero, que no sean esos, en sus dificultades, los que nos convenzan de que no vale la pena ser amables.
La amabilidad será siempre la mejor opción para nuestras actitudes, ensayando nuestra alma para conquistas mayores, representando los primeros pasos para la comprensión y la caridad para con nuestro semejante.
* * *
La amabilidad es expresión de cordialidad y afecto.
No creamos que la falta de tiempo pueda ser responsabilizada por los deslices hacia la amabilidad, en el trato diario con las personas.
El gesto amable abre nuevos horizontes al entendimiento y al mejor vivir en el mundo.
Redacción del Momento Espírita, con pensamiento final
recogido en el vocablo Gentileza, del libro Repositório de
sabedoria, v. 1, por el Espíritu Joanna de Ângelis,
psicografía de Divaldo Pereira Franco, ed. LEAL.
El 28.7.2022.