Momento Espírita
Curitiba, 22 de Dezembro de 2024
busca   
no título  |  no texto   
ícone Las palabras que no entendemos...

Tu extraño discurso sigue mereciendo nuestras reflexiones. Durante mucho tiempo, hemos discutido las notas de Mateo y Lucas. ¿Fueron éstas las mismas palabras que se pronunciaron?

Junto a Ti, había tres Apóstoles. Esos mismos que estuvieron Contigo en otros momentos de extraordinaria importancia, como en la transfiguración en el Monte Tabor, en la intimidad de la casa de Jairo, llamando a su hija para que volviera a su cuerpo físico...

Testigos oculares, auditivos: Pedro, Santiago y Juan.

Nos preguntamos si aquellos oídos temerosos no se equivocaron, sobre todo después de los discursos que habías pronunciado durante aquella celebración de la Pascua.

¡Aparta de mí este cáliz!

Las palabras nos molestaban, cada vez que leíamos que Tú, el Embajador de los cielos, el único Ser perfecto que la Tierra conoció, las habías pronunciado.

Recordábamos a los mártires que empaparon con su sangre las arenas de los circos. Tus seguidores que cantaban, mientras las fieras hambrientas se acercaban rápidamente para atacarlos.

Ningún temor en aquellos que fueron torturados lentamente, por el fuego, azotados, crucificados. Sólo la firmeza de la fe y la certeza de que entrarían, gloriosamente, a la Espiritualidad.

¿Cómo creer que el Pastor, el Modelo y Guía, se haya debilitado en la hora del testimonio?

Los estudiosos han reflexionado sobre traducciones erróneas y que las palabras no eran exactamente ésas.

Entonces, alguien nos recordó que Tú eres el Gobernante Planetario. Eres el Pastor de este inmenso rebaño que puebla la Tierra física y espiritual. Miles de millones de almas.

En aquel tiempo no éramos tantos, pero Tú te dirigías al Padre de justicia, misericordia y bondad. Y Tu súplica fue para aquél y todos los milenios siguientes.

Cuando acudiste a Él, ahora lo entendemos, no pedías por Ti, Fortaleza Moral. Viste Tu entorno y los siglos venideros.

Rogabas por nosotros, Tus ovejas. Aparta de mí este cáliz era Tu rogativa por la Humanidad, Tu rebaño, porque vislumbrabas el futuro y todo el dolor que nos alcanzaría.

El resultado de nuestra ignorancia, de la maldad que sembrábamos.

Esta es Tu verdadera rogativa. Pedías por nosotros, los que transitábamos en la Tierra y los que vendríamos después.

Rogaste al Padre para que el cáliz de esos dolores no nos alcanzara, porque Tú nos amas y quien ama sufre con el sufrimiento del ser amado.

Sin embargo, sabías de nuestra necesidad de rescate, de aprendizaje. Por eso, completaste: No obstante, que no sea como Yo quiero, sino como Tú quieres.

La Voluntad del Padre, que Tú bien entendías por ser el cumplidor de ella sobre la Tierra.

Ahora te entendemos, Jesús, y más que nunca, reconocemos cómo nos amas, cómo te preocupas por nosotros.

¡Cuántos dolores podríamos haber evitado si menor fuera nuestro egoísmo, nuestra ambición, nuestra insensatez!

En estos días de pandemia, de luto, de muertes, mantenemos la certeza de que sigues velando por nosotros, rogando por nosotros.

Jesús, quédate con nosotros en esta triste hora en la que vivimos. Ayúdanos para que no sucumbamos al miedo, a la inseguridad.

Fortalécenos con la llama de nuestra fe y envíanos el sol de la esperanza.

Quédate con nosotros, Pastor Celestial.

Redacción del Momento Espírita, con cita
del Evangelio de Mateo, cap. 26, vers. 39.
El 21.6.2022.

© Copyright - Momento Espírita - 2024 - Todos os direitos reservados - No ar desde 28/03/1998