Las pequeñas amabilidades tienen un gran significado.
En una gran ciudad brasileña un médico, que ejerce en una Unidad de Atención de Urgencias, recibe aplausos de todos los que están en la sala de espera, cada vez que abre la puerta de su consultorio.
¿Qué hace para merecer un homenaje tan efusivo? Él apenas sale de su sala para buscar a cada señora en su asiento, en el sector de espera, y la lleva de la mano, hasta el lugar de la consulta.
Excelente médico. Vine ayer con mi madre de ochenta y ocho años y él vino a recogerla de la silla y llevarla al consultorio. ¡Atento, cuidadoso y muy humano!, dijo una de las entrevistadas.
¡Es conmovedor! Todavía hay profesionales que atienden con amor y respeto al prójimo, afirmó una de las pacientes, que se aseguró de grabar algunas escenas en video.
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¿Cómo estamos realizando nuestras actividades profesionales?
El llevar de la mano puede ser entendido de una forma muy amplia y puede aplicarse a todas las actividades que realizamos.
Significa ese algo más, ese cuidado especial con el otro, que es independiente de cuanto ganemos, de las condiciones de trabajo e incluso de cómo nos sentimos.
Parece que se ha vuelto difícil exigir tanto pero, creamos, es posible. Y tenemos muchos buenos ejemplos a nuestro lado.
Personas anónimas que hacen bien su trabajo, con cariño y dedicación y hacen mucho más de aquello para lo que se les contrató.
Salir de la sala e ir a buscar a alguien, es salir de su zona de confort. Es lo contrario de sentarse y esperar a los que vendrán a pedir ayuda.
Aquel médico entendió que su tratamiento comienza incluso antes del consultorio. Comienza en el primer toque, en la conversación, en la atención que presta. Atención que muchas de esas personas, a veces, no tienen. Son carentes de todo.
La amabilidad es tan escasa, que cada gesto que reciben las personas les hace sentirse importantes, mejores, más amadas. Y si tratamos el alma, tratamos el cuerpo.
Una simple sonrisa, una mirada a los ojos, que sería extremadamente natural, se ha convertido en algo a elogiar en la actitud de alguien.
Así que pensemos cuándo fue la última vez que llevamos a alguien de la mano, que ofrecimos una atención extra, que escuchamos con oídos empáticos, sin juzgar, sin impaciencia.
No nos referimos sólo a los profesionales de la salud o a los que tratan a los pacientes en cualquier otro ámbito, estamos recordando que todos podemos ser más gentiles, más atentos.
No lo haremos por los aplausos, el aplauso es una recompensa escasa, inmediata y pueril. Lo haremos por la alegría de ver a alguien sentirse bien, de ver una sonrisa donde no la había, de ver un rostro más suave, despejado.
Lo haremos por el sentimiento de deber cumplido, por la felicidad que nos invadirá, por la certeza de que así es como debe ser.
Pensemos en eso. Pensemos en llevar a alguien de la mano aún hoy. Pensemos en hacer algo más aún hoy. Percibamos las reacciones. Percibamos cómo cambiamos el ambiente y así cambiaremos el mundo.
Redacción del Momento Espírita, con base en
artículo publicado en www.sonoticiaboa.com.br.
El 8.6.2022.