Una suave melancolía canta una balada. Y esa música sinfónica de la nostalgia, de añoranza, nos alegra.
A pesar de que la pandemia nos ha robado la primavera, nuestros corazones están floreciendo, porque nuestra estación de flores está en el mundo íntimo, independientemente de los factores del exterior.
Hemos aprendido de Jesucristo que la alegría real es la que se refiere a la plenitud del mundo espiritual.
Esta primavera nada, nadie puede robárnosla.
La pandemia pasa y las flores volverán a perfumar los bosques, volverán a cantar las aves, a murmurar los arroyos. Y la vida en abundancia repetirá la inolvidable canción de la gratitud.
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Divaldo Pereira Franco, médium y orador espírita, finalizó con estas bellas palabras su Jornada Europa de conferencias, edición 2020.
Por primera vez, sin estar físicamente presente en las actividades doctrinarias, esa alma de luz cumplió su misión en el formato virtual.
Divaldo utilizó todas las oportunidades para usar su verbo seguro para calmar a los corazones del mundo, tan ansiosos en los días actuales.
El orador hizo mención de una parte de la obra Il Capitano e il Mozzo, del escritor italiano Alessandro Frezza, que describe el diálogo entre un joven y el capitán de un barco.
Toda la tripulación está retenida en el barco, debido a la cuarentena, y el joven se queja de la situación por la que están pasando, en tono de desánimo.
Dice que la pandemia le estaba haciendo perder muchas cosas.
El capitán, con toda su experiencia de otras cuarentenas, recordando otra ocasión en la que fue obligado a permanecer en la embarcación, lo esclarece:
Sí, aquel año me privaron de la primavera y de muchas cosas más, pero yo, aun así, florecí. He llevado la primavera dentro de mí y nadie, nunca más, podrá sacarla.
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Estamos siendo privados de primaveras allá afuera. Muchos quedamos privados de la libertad de ir y venir. Muchos no pudimos despedirnos de nuestros amores, que partieron de forma repentina.
Son realmente duras pruebas.
Sin embargo, tales experiencias, cuando son enfrentadas con conciencia, nos fortalecen mucho. Hacen el trabajo de años y años de días comunes.
Que podamos entender que este es el mundo que habitamos, mundo de las pruebas, de las batallas diarias, de los sacrificios constantes.
Nadie nos prometió el paraíso en la Tierra. Nadie nos dijo que sería fácil, pero nos aseguraron sí, que tendríamos condiciones de superar, de vencer.
La primavera interior es una analogía perfecta. La vida nos ha enseñado que las estaciones deben cultivarse en el alma y no en el exterior.
Volvemos los pensamientos hacia nosotros mismos. Hemos sido invitados a reflexionar sobre cuestiones graves, mucho más importantes que las distracciones que consumían todas nuestras energías.
No nos asustemos ante el flagelo que nos alcanza. No estamos desamparados. Nunca hemos estado.
Y, cuando todo haya pasado, miraremos hacia atrás y nos sorprenderemos con todo lo que enfrentamos, con todo lo que superamos.
Confiemos, las flores volverán.
Redacción del Momento Espírita, con base en cita de
conferencia proferida por Divaldo Franco, en el cierre
de la Jornada Europa 2020, el 07.06.2020 y cita de frase
de la crónica El Capitán y el Mozo, de Alessandro Frezza.
El 23.2.2022