En un mundo de tecnología, de muchos diálogos virtuales, se puede pensar que estamos dejando de relacionarnos con los demás.
Como tendencia, podemos volvernos un tanto indiferentes, más fríos. Sin embargo, diariamente, vemos ejemplos de personas que se preocupan por el bienestar de sus semejantes.
Hay quienes se preocupan de los ancianos, de los moradores de la calle, de los ingresados en hospitales, de los inmigrantes de otros países.
En fin, cada cual elige su foco y encuentra alguna forma de auxiliar.
A veces, se piensa que ayudar significa contribuir con valores monetarios. Sin embargo, hay muchas personas provocando alegría, distribuyendo felicidad, en una verdadera maratón de bendiciones.
En ese particular, es loable la creatividad humana que engendra las formas más sencillas, igualmente efectivas, para llevar alegría a su hermano.
Un ejemplo de eso es lo que los limpiadores de ventanas vienen realizando, desde hace algunos años, en varios lugares del mundo.
Para alegrar un poco el día de los niños internados en hospitales infantiles, en Memphis, en Estados Unidos, esos trabajadores se visten como superhéroes de Marvel.
Otros hospitales, en aquel país, adhirieron a la idea.
Y los pequeños, atrapados en su lecho o pudiendo moverse en sus habitaciones, pueden deleitarse con la visión del Hombre Araña, del Capitán América, de Batman.
En Brasil, el Hospital Infantil Sabará, de São Paulo, fue pionero y realizó la acción en octubre de 2013, mientras que otros fueron siguiendo su ejemplo, en los años siguientes.
En verdad, la limpieza de las ventanas estaba siempre programada y era realizada en el mes de septiembre. Su agenda cambió a octubre para que coincidiera con el Día del Niño.
Para ellos, involucrados con los análisis, las agujas, los medicamentos, sin poder jugar libremente, son momentos especiales.
Momentos que les hacen olvidar los procedimientos quirúrgicos, la quimioterapia, los dolores.
La visita de los héroes a los que están acostumbrados a ver en la televisión, en los dibujos animados, en las películas, los hace sonreír.
Y poner la mano contra el vidrio de la ventana para tocar la mano de su héroe, es algo que será motivo de excitación y comentarios por algún tiempo.
Al mirar a aquellos valientes limpiadores de ventanas colgados en los edificios altísimos, realizando su trabajo, imaginamos lo difícil que es su tarea.
No pueden tener miedo de alturas y necesitan realizar una limpieza ideal. Quien mira desde adentro, debe sentir la diferencia después del trabajo realizado.
Ahora, imaginemos enfrentar el sol, el calor, concentrarse en el trabajo y realizarlo sonriendo, vestidos de superhéroes.
Héroe mismo es quien lo hace. Alguien que también puede ser padre y sabe el valor de hacer feliz a un hijo.
En nombre de la solidaridad, de la fraternidad, él está allí, en el Día del Niño, extendiendo la mano, saludando, sonriendo, demorándose un poco más en esa o aquella vidriera.
Eso nos dice cómo seguimos siendo humanos. Humanos a quienes nos importa el hijo ajeno, que deseamos ver sonreír a un niño, ver disminuido su sufrimiento, por pocos momentos que sean.
Eso habla de nuestra humanidad. También de esa esencia magnífica que se llama imagen y semejanza del Padre Creador.
Somos dioses, en el extraordinario ejercicio del amor.
Redacción del Momento Espírita
El 22.11.2021.