En esta vida de tantos quehaceres, tan apresurada, que nos obliga a ser multifuncionales, ¿nos detenemos a pensar que hay vida más allá de la nuestra?
Parece una afirmación obvia, innecesaria, pero observemos con un poco más de cuidado.
¿Tenemos tiempo para los demás? ¿Para los que no son tan cercanos, para los colegas, para aquellos que forman parte de nuestro día a día, de una forma indirecta?
¿Quiénes son ellos? Son aquellos con los que nos cruzamos de vez en cuando, compañeros de trabajo con los que intercambiamos breves palabras, sirvientes, funcionarios, colegas.
Son esos rostros casi anónimos que pasan por nosotros una y otra vez, casi invisibles.
¿Quiénes son? ¿De dónde vienen? ¿Qué necesitan? ¿Qué vida tienen? ¿Qué historias traen? ¿Necesitan ayuda?
Sí... no tenemos forma de saberlo, porque la mayoría de las veces no tenemos tiempo, no prestamos atención, no nos importa.
Pero ¿y si pudiéramos hacer algo importante por una de esas personas? ¿Si pudiéramos ser útiles, de una forma que ni siquiera imaginamos? Nunca lo sabremos si no nos acercamos.
Observemos. Ellos nos dan señales. A veces, piden ayuda sin pedirla. A veces, tenemos que dar un paso, dejar de lado la timidez y preguntar: ¿Estás bien? ¿Quieres hablar?
O, sabiendo que esa persona está pasando por una fase difícil, entregarle un regalo sencillo, un mensaje, un libro, un CD.
Así es. A veces era todo lo que necesitaba. Y fue nuestra sensibilidad la que se dio cuenta.
Sin embargo, sólo podemos captar ese tipo de necesidad, esos matices de los sentimientos de los demás, si estamos atentos, si nos importa.
Si estamos sofocados en nuestro mundo, preocupados únicamente en solucionar nuestros problemas, creyendo que ellos son los únicos y los más graves de la faz de la Tierra, nos resultará muy difícil ver esas vidas a nuestro lado.
Ellas se vuelven prácticamente invisibles.
Sin embargo, cuando comenzamos a percibir al otro, a interesarnos por su vida, algo sorprendente sucede, algo solo explicable por las líneas sublimes de la ley del amor.
Nuestros dolores, nuestras preocupaciones, pasan a pesar menos. A veces, las respuestas que necesitábamos llegan a través de caminos que no imaginábamos; las lágrimas que enjugamos allí también son enjugadas aquí...
Nos hacemos útiles. No es que nuestra vida no tenga una noble utilidad en el Universo pero, en esos momentos, ella gana un brillo más como si fuera las manos del Creador actuando en la Tierra.
De esta manera, podemos entender mejor quién está a nuestro lado. Quién necesita de regazo, de unas breves palabras, quién necesita hablar un poco, quién necesita de alguien gentil.
Hay personas que son tan maltratadas en sus vidas, en sus ambientes de trabajo, en sus familias, que todo lo que necesitan es un poco de amabilidad, atención. Necesitan saber que el mundo no está en su contra.
* * *
Seamos un mensaje de benevolencia.
Qué honor poder ser portavoz de la bondad en un mundo donde aún estamos aprendiendo a trabajar juntos, a trabajar en cooperación.
Seamos aquellos a quienes nos importa. La presión del mundo no es más fuerte que nosotros. Somos dueños de nuestro destino y de nuestra voluntad.
El mundo cambia, el mundo termina. Pero nosotros, así como el amor, permanecemos.
Redacción del Momento Espírita
El 27.9.2021.