El sol de la mañana, el nuevo día, siempre han sido símbolos de renovación.
Muchos escritos ya han traído la imagen inspiradora de las flores que rompen sus botones y desbordan belleza, a los primeros rayos de luz.
Sin embargo, hay algunas flores que solo se abren por la noche.
La naturaleza siempre nos sorprende. Algunos especímenes raros revelan sus pétalos solo después de la puesta del sol.
Florecen en la oscuridad y llenan las calles cansadas, jardines y costas, con un aroma intenso y luz encantadora.
Esto se da porque muchas de ellas son nativas de áreas donde los animales son nocturnos. Por lo tanto, solo pueden ser polinizadas en ese período.
Murciélagos, insectos, polillas salen por la noche y, mientras pasean, llevan el polen de una flor a otra.
Muchas flores del desierto, por ejemplo, se abren en la oscuridad porque durante el día no hay muchos animales polinizadores.
Una de las curiosidades de estos florecimientos es su perfume intenso. Una manera más de hacerse presentes y llamar la atención, cumpliendo su papel en este sistema perfecto que es la naturaleza.
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Muchos de nosotros podemos mostrarnos como flores de la noche. No nos ajustaremos a los patrones de las hermosas rosas o margaritas, que se abren al amanecer.
Nuestra belleza quizás no sea la del lirio o la del tulipán con sus tonalidades multicolores.
Quizás seamos más como la dama de la noche y sus pétalos, en forma de cáliz, con terminaciones que hacen parecer estrellas.
Su perfume intrigante inspira la producción de fragancias y es señalado por muchos como el más intenso entre las plantas conocidas.
Quizás seamos como el loto de Braham-Kamal, flor de los dioses, que crece en India, en China y en la cima de las montañas del Himalaya. Se abre inmediatamente después de la puesta de sol y solo vive una noche.
Vive poco, podríamos decir, pero vive bien, pues sus pétalos son utilizados, en la medicina tradicional del Tíbet, como un medio de tratar enfermedades de los sistemas urinario y reproductivo.
O aun, la flor de la noche, que crece en Centroamérica. Blanca, con un aroma rico, un tipo de cactus nocturno, que florece solo durante unas horas y luego desaparece.
Lo interesante es que después de cuarenta a cincuenta días, en lugar de la flor aparece una fruta exótica, la pitahaya, o fruta del dragón.
Fue hermosa, perfumada y aún rindió frutos.
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Pensemos en las muchas maneras que tenemos de formar parte de la naturaleza, de servir a la Creación.
Algunos no tenemos la capacidad de estar frente a una cámara fotográfica, pero escribimos muy bien lo que esa persona que estará allí, en evidencia, deberá hablar.
Algunos no tenemos facilidad para producir obras artísticas, pero tenemos un sentido estético agudo, una visión minuciosa, viendo cosas que nadie más ve.
Otros, creamos en silencio, lejos de los focos. Vamos a servir en el anonimato, vamos a salvar el mundo sin necesidad de los titulares del periódico.
Flores de la noche, igualmente bellas y fundamentales en los jardines del Universo.
Que podamos hacer el bien, como flores del día o flores de la noche. Que podamos perfumar los caminos de nuestro prójimo, sea con el sol brillando o en los períodos de oscuridad.
Redacción del Momento Espírita
El 7.9.2021.