Momento Espírita
Curitiba, 22 de Dezembro de 2024
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ícone El amanecer de un nuevo tiempo

La madrugada se vistió de luces y salió a caminar, para recibir el día. Un día diferente.

Un día en que la humanidad celebra la entrada de un nuevo año.

Sí, el tiempo, en verdad, es solo la sucesión de las cosas transitorias. Una convención.

Hemos tenido muchos calendarios, a lo largo de las eras. El calendario maya, que se cree que data del siglo VI a.C.

El calendario islámico, creado en 633 después del nacimiento de Cristo, cuando el profeta Mahoma huyó de la ciudad de La Meca a Medina.

El calendario judío, surgido en la época del éxodo, alrededor de 1447 antes de Jesús.

El calendario juliano, en homenaje al emperador romano Cayo Julio César. Agosto era, entonces, el sexto mes del año. Por eso llamado sextilis. La historia del cambio viene de lejos, del imperio romano.

Tiene ingredientes de poder y de envidia. El emperador Octavio Augusto conquistó tres victorias en ese mes. Como autohomenaje, lo denominó con su propio nombre, Augustus.

Pero, había un contratiempo. Sextilis solo tenía treinta días. Julio, cuyo nombre reverencia a Julio César, tenía treinta y uno. Para no quedarse atrás, el emperador se apoderó de un día de otro mes. Es por eso que julio y agosto son los únicos meses consecutivos con treinta y un días.

Finalmente, llegamos a nuestro actual calendario, el gregoriano, de origen europeo, que es el utilizado oficialmente por la mayoría de los países.

Promulgado por el papa Gregorio XIII, sustituyó al juliano, entrando en vigor el 15 de octubre de 1582, tras cinco años de estudios.

Esto nos ofrece una pálida idea de cuánto el tiempo es realmente una convención.

Sin embargo, para la gran mayoría de la Humanidad que lo adopta, el 1.º de enero señala el inicio de un nuevo ciclo. Un ciclo de doce meses, básicamente de trescientos sesenta y cinco días.

Excepción única son los años bisiestos, que ocurren cada cuatro años, con el objetivo de mantener el calendario anual ajustado a la traslación de la Tierra y los eventos relacionados con las estaciones del año.

En cualquier caso, lo importante es que este nuevo comienzo se reviste de gran celebración.

Es el momento de definir propósitos para los próximos doce meses. Propósitos personales y colectivos.

Es el momento de planificar cosas importantes para nuestras vidas: la graduación de la universidad, la entrada en el mercado de trabajo, el matrimonio, el nacimiento de un hijo...

O un aniversario especial en nuestras vidas. Los que solemos destacar, aún y siempre por la convención social o decisión personal: quince años, cincuenta años, noventa años.

Fechas significativas.

Este año, que apenas esboza su presencia, que está amaneciendo ahora, ofreciéndonos el cielo azul de nuevas posibilidades de progreso y crecimiento, demos gracias a Dios.

Agradezcamos por la vida, por la salud, por el hogar, por los familiares, por los amigos. Por lo que tengamos. Aunque sea solamente la presencia dedicada de un perro.

Año nuevo. Tiempo de agradecer. Tiempo de empezar a ejecutar nuestro nuevo plan de vida.

Un plan que contenga adquisición de títulos de nobleza, de mejora personal, moral, intelectual.

Un plan que nos diga que, a partir de ahora, pondremos en práctica nuestra cualidad más especial: ser humano.

Humano, de humanidad, de amante de la paz, de la fraterna convivencia, del auxilio solidario.

¡Año Nuevo! ¡Nuevo Año! Seamos felices.

Redacción del Momento Espírita.
El 20.8.2021.

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