Un corazón de madre escribió una carta a la joven hija que acababa de atentar contra la propia vida. Y la tituló: Trece razones para que te quedes.
Hija, me imagino que has pensado mucho antes de tomar esa decisión. Que hayas buscado acabar con un dolor enorme, cuyo tamaño no puedo imaginar.
Sin embargo, señalo aquí, de forma muy objetiva algunas razones, algunos motivos para que te quedes.
Primero: ¿Te has detenido a pensar en cómo nos quedaremos todos si te vas antes de tiempo? ¿Cuán destrozados se quedarán nuestros corazones, los corazones que te aman tanto? Pues es que... tú intentas acabar con un dolor y creas para nosotros un dolor mayor aún.
Segundo: ¿Será que es hora de rendirse? Hace tan poco que has llegado. Menos de dos décadas. Mira cuántos años tienes por delante. Tu libro todavía está en los primeros capítulos. No podemos juzgar todo el libro por las primeras páginas.
Tercero: Mira hacia atrás y ve todo lo que has vencido, todo lo que te ha traído hasta aquí. Todas las adversidades enfrentadas son victorias. Y una vida de victorias no debe verse con los ojos del desaliento.
Cuarto: Tú nos inspiras todos los días. Eres nuestro ejemplo. Y sabes que de otros también. ¡Necesitamos ejemplos en este mundo para liderar, para seguir adelante de todos abriendo caminos!
Quinto: Nuestra vida ha sido más feliz después de tu llegada. Sé que suena como un cliché de padre y de madre - como dicen ustedes los jóvenes - pero es la pura verdad. Has traído alegría, ganas de vivir para toda nuestra familia.
Sexto: Todavía tienes que ser médica, cantante, profesora, veterinaria, consultora de moda, masoterapeuta - en fin, lo que quieras ser profesionalmente, pues el futuro está abierto para ti.
Séptimo: Recuerda cuántos momentos deliciosos pasamos juntos con nuestra familia, tú con tus sobrinos pequeños, ellos encantados en jugar con la tía de más edad. ¡Y cuántos de esos momentos aún podemos tener!
Octavo: Caminar en la arena de la playa. El mar con su majestuosa seguridad nos invita a tener serenidad, mostrando que todo va y viene, que la vida está hecha de mareas altas y bajas controladas por fuerzas invisibles y grandiosas.
Noveno: Todavía tienes que ser madre. Sé que lo deseas. No te apresures, pero ten por seguro que será la experiencia más hermosa de tu vida.
Décimo: Todavía tienes que aprender a conducir para llevarme por ahí en coche, como has prometido, ¿recuerdas?
Undécimo: Viajar. Si quieres tanto conocer el mundo, otras culturas, otros lugares, planea y estructúrate para ello.
Duodécimo: Tú nunca estarás sola.
Decimotercero: Finalmente, no anticipes tu partida porque queremos, tu padre y yo, estar allá para recibirte cuando llegue, de verdad, tu turno de partir.
* * *
Esperamos, sinceramente, que la carta haya tocado lo más profundo del alma de esa hija.
Los tiempos son de lucha. Como padres, no nos desanimemos.
Los buenos Espíritus actúan sobre nosotros para ayudarnos a salvar a aquellos que sufren dolores terribles en el mundo y que insisten en evadirse por la puerta falsa del suicidio.
Estemos atentos. El Señor sigue con nosotros.
Redacción del Momento Espírita.
El 29.7.2021.