El animal fue abandonado en un desguace. Luego, fue adoptado por la señora, que allí reside y trabaja. Y fue a unirse a los demás perros, gato y gallina, igualmente adoptados, uno a uno.
Los cachorros que nacieron fueron donados. Aun así, el hambre pronto visitó a Lilica, la recién adoptada.
El corazón de aquella señora era más grande que sus condiciones financieras y, con recursos escasos, era difícil tener alimento para tantas bocas hambrientas.
Entonces, empezó la peregrinación de la perra espabilada. Por la tarde, principio de la noche, ella empezó a salir de su casa en busca de alimento. Su destino: la ciudad cercana, a unos dos kilómetros de distancia.
Viéndola revolver la basura cerca de su casa, la profesora Laura decidió ofrecer alimento a Lilica.
Sorprendida, observó el extraño comportamiento de la perra que, a pesar de aparentar tener mucha hambre, comió un poco, después mordió la bolsa plástica, donde estaba la comida y se fue.
Al día siguiente y el otro, la escena se repitió. Entonces, Laura se quedaba sentada esperando que Lilica comiera. Cuando percibía que estaba satisfecha, cerraba la bolsa para que la comida no se cayera por el camino.
Curiosa, después de algún tiempo, decidió seguir al animal. ¿Hacia dónde iría? ¿A quién estaría llevando la comida?
Sorprendida, vio a la perra entrar al desguace y dejar caer la bolsa, para que los perros, el gato y la gallina también se alimentasen.
*
Un animal. Un gesto de solidaridad. Un ejemplo para muchos de nosotros que dejamos de pensar en el otro, que no nos preocupamos por la necesidad ajena.
Uno se pregunta cuándo dejamos de comer para ofrecer a los hambrientos.
Cuándo nos privamos de algo para ofrecer a los que sufren alguna necesidad.
Cuándo, teniendo el alimento en el plato, pensamos en quien padece hambre y nos propusimos saciarla.
La actitud de Lilica nos lleva a reflexionar. Si un animal hace eso, cuánto más nosotros, los humanos, podemos y debemos hacer por nuestros hermanos.
De las anotaciones del Evangelista Mateo recogemos las palabras del Maestro Jesús: Tuve hambre y me disteis de comer; tuve sed y me disteis de beber; era forastero y me acogisteis; estaba desnudo y me vestisteis; estaba enfermo y me visitasteis; estaba en la cárcel y vinisteis a verme.
Y finaliza, diciendo: En verdad os digo que siempre que lo hicisteis a uno de estos mis hermanos, aun a los más pequeños, a mí me lo hicisteis.
Ciertamente, al reconocer a Jesús en un transeúnte, lO atenderíamos, llenos de compasión, porque nos apasiona Su figura única, todo amor y bondad.
Sin embargo, lo que necesitamos aprender es tener ojos para ver. Ver en cada necesitado a Cristo mismo. Exactamente como escribió la poetisa Auta de Souza, encontrar a Cristo soberano en cada ser que llora.
Pensemos en eso. Pongamos nuestro corazón en acción, a través de nuestras operativas manos.
Tracemos un itinerario de auxilio a quienes padecen. Aprendamos a ver la necesidad donde ella se esconde. Atendamos a nuestro hermano a fin de que, en este bendito milenio en que nos encontramos sobre la Tierra, erradiquemos la miseria, el dolor, el hambre.
Juntos, lo lograremos. Pensemos en eso.
Redacción del Momento Espírita, con base en hecho,
ocurrido en la ciudad de São Carlos, SP, vehiculada
por la TV Globo y con citas de versículos
del cap. 25, del Evangelio de Mateo.
El 21.6.2021.