El abrazo que no puedo darte
Va, finalmente, en la forma de oración;
De pensamiento
Una porción.
Así, difícil de explicar.
Va valiente, pulsante,
Va en la corriente de aire.
Va ahora, en este instante,
No lo puedo retener.
Hay tantas formas de abrazar:
El canto,
El verso,
El pan que hago
Feliz de compartir.
El abrazo que no puedo darte
Va directo por el aire.
Va a seguir tus pasos
Y a tu lado siempre estar.
* * *
Extrañamos el abrazo.
Es de nuestra cultura la expresión afectuosa que involucra el tacto, el contacto físico.
Se sabe que el abrazo cariñoso tiene un poder sin igual, revitalizante y sanador.
Según algunos estudiosos, el abrazo agranda nuestro sentimiento de autoaceptación, minimiza la ansiedad y el estrés, libera dopamina, la hormona del humor y de la motivación.
Además, fortalece nuestras conexiones, posibilitando el ejercicio del perdón, del apoyo y del amor.
En resumen, es esencial para nuestras vidas.
Pero ¿qué hacer cuando nos falta?
¿Qué hacer cuando, para preservar al otro, nos vemos obligados a mantenernos alejados físicamente?
Ahí es donde entra nuestra creatividad y también el conocimiento de la realidad del Espíritu.
Hay muchas otras formas de abrazar. La parte física del abrazo es solo una pequeña porción de una expresión mucho más grande.
Quien abraza no es el cuerpo. Abrazamos utilizando este cuerpo, que existe hoy y mañana ya no existirá.
Nos abrazamos con el alma, o con el corazón, utilizando esa referencia tan común en el ámbito de nuestros sentimientos.
Cuando oramos sinceramente por alguien, estamos abrazando.
Cuando llamamos para ver cómo está el otro, ofreciendo unos minutos para escuchar, donando nuestra sonrisa, nuestro hombro amigo, estamos abrazando.
Cuando hacemos una gentileza, alguna producción propia con la que regalamos a la gente, también estamos abrazando.
Cuando, finalmente, abrimos nuestro corazón, pronunciando palabras dulces, destacando cualidades, expresando nuestra admiración, nuestro amor a alguien, le estamos dando un fuerte y poderoso abrazo.
Así que no nos preocupemos demasiado por la falta de contacto físico temporal. Busquemos otras formas de relacionarnos.
Sigamos donando el abrazo, el cariño, el interés, de diferentes formas.
Algunos escriben poemas expresando su amor. Otros alimentan y cocinan algo especial, pensando en el prójimo.
Algunos envían su canto para consolar.
Hay aquellos que oran, enviando el abrazo de los fluidos invisibles que vigorizan tanto al que ofrece como al que recibe.
Recordemos que somos Espíritu y tenemos un cuerpo. El que abraza es el Espíritu.
Entonces, pensemos en cómo podemos abrazar desde la distancia.
Cada uno encontrará una forma, a su manera, dentro de sus infinitas posibilidades de Espíritu, en este Universo donde todo está conectado.
Estamos más cerca el uno del otro de lo que pensamos.
La conexión entre la criatura y el Creador es de nuestra esencia. También el lazo existente entre todos los hijos del Gran Padre.
Redacción del Momento Espírita
El 26.4.2021.