Hijo mío. La mañana está hermosa afuera.
El sol vigoroso, que parecía haberse olvidado de brillar en las últimas horas, en verdad nunca nos dejó.
Volteamos nuestros rostros, giramos la Tierra, para que la noche embalara nuestros sueños y nos restituyera la vitalidad.
Tanto el día como la noche son nuestros maestros.
Mientras el amanecer nos invita a empezar de nuevo, a una nueva oportunidad, la completa oscuridad es una petición de recogimiento y reflexión.
Mientras el astro rey ilumina nuestro camino, previniendo peligros, la luna nueva manda la prueba y nos hace crear nuestra propia lucidez.
Sin embargo, podrás preguntar: pero ¿qué pasa cuando las nubes cubran el sol? ¿Cuándo lleguen los días húmedos de la oscuridad? ¿Cómo podré prever las amenazas del camino? ¿Cómo recuperaré el vigor del alma empapada por la lluvia?
En esos días, hijo, yo seré tu guía. Seré una especie de lámpara, de luz tímida, ciertamente - porque todavía estoy aprendiendo a ser sol - pero que será suficiente para soportar la breve caminata por las tinieblas.
Breve. Toda caminata por la oscuridad puede ser breve, si hacemos pequeños esfuerzos.
La nubosidad no dura más de lo necesario y pronto habrá un nuevo amanecer.
Tenemos muchas certezas en la vida, contrariamente a lo que puedas escuchar por ahí.
Certeza de poder aprender, certeza de poder sonreír, certeza de poder amar y aún, la certeza de que ningún amor tiene fin.
Hoy soy tu padre. Recibí esa misión con mucho honor. Ojalá pueda ser parte de ese suelo fecundo que te rodea y estructura el ser.
El crecimiento es tuyo, el árbol, las flores y los frutos serán tuyos.
No he venido para cosechar o saciarme con sabrosos alimentos de la arboleda. He venido para ser fertilizante, para ser base.
Entiendo que cuanto más crezcas hacia el azul, más lejos de mi suelo parecerá. Sin embargo, siempre estaremos conectados de alguna manera.
Un lazo de amor verdadero es como una raíz bajo tierra, oculta, discreta y, sin embargo, vigorosa, necesaria y palpitante.
Hijo mío, la mañana está hermosa afuera y siempre preciosa dentro de mí, porque hoy puedo ser tu padre.
* * *
Los deberes de los padres respecto a los hijos están inscritos en la conciencia.
Evidentemente, las técnicas psicológicas y la metodología de la educación se convierten en factores nobles para el éxito de este compromiso.
Sin embargo, el amor - que ha escaseado en los procesos de la educación con lamentables resultados- posee los elementos esenciales para un propósito feliz.
No dejemos de lado los nobles deberes que nos permiten amar como nunca antes hemos amado.
Todavía somos almas infantiles, aprendiendo sobre este sentimiento solar.
Cada momento, cada mañana y cada día junto a nuestros hijos son tesoros del alma, que nunca dejaremos de tener.
Estemos siempre cerca de ellos, en las experiencias del sol y de la lluvia.
La paternidad y la maternidad son magníficas escuelas a nuestra disposición. Abracemos esta oportunidad con todas nuestras fuerzas.
No escatimemos esfuerzos en la educación de los tesoros llamados hijos.
Redacción del Momento Espírita, con cita del poema Ao meu filho,
de Andrey Cechelero y del cap. 14, del libro S.O.S. Familia, por
varios Espíritus, psicografía de Divaldo Pereira Franco, ed. LEAL.
El 5.4.2021