La práctica
y las investigaciones realizadas por sicólogos demuestran la necesidad de
volver a pensar la cuestión de la educación de los hijos.
Después que
la experiencia ha probado que el método del autoritarismo, aplicado por
nuestros padres, estaba superado y era de alguna forma ineficiente, se optó por
otro método menos eficaz e incluso dañino: la “libertad sin responsabilidad”.
Considerada
por algunos psicólogos como perjudicial al sano desarrollo del niño, la
palabra “no” ha sido excluida del vocabulario de muchos padres, que
actualmente amargan profundamente la total falta de control sobre la prole.
Sin examinar
el asunto con más cuidado, los padres modernos aceptaron la filosofía de “se
puede hacer todo”, y no llevaron en cuenta la necesidad de establecer límites
para que haya armonía dentro del hogar.
Después de
perder el control de la situación, muchos apelaron para otro método
desastroso: el del regateo.
Impotentes
ante la terquedad de los hijos, creados sin las normas básicas de disciplina,
los padres se pierden en el laberinto de las “compensaciones”, en que todo
es negociado.
Si ha
llegado la hora de ir a la cama y el hijo no obedece, la madre al momento echa
mano de algún motivo para “negociar”: “si tú vas a dormir te dejaré
jugar con aquella cinta de “game” violenta, que a ti tanto te gusta”.
En este caso
bastaría que la madre, consciente de su misión de educadora, tomara a su hijo
por la mano y lo condujese con cariño y firmeza a la cama.
O, incluso,
si está en la hora de bañarse y el “angelito” se pone mañoso, la madre en
seguida hace otro “trato”, olvidándose que cuanto más negociaciones haga
con el niño, más éste exigirá para cumplir su obligación.
Algunos psicólogos
defienden la vuelta al autoritarismo en la educación de los hijos, pero que eso
no da buenos resultados ya ha quedado probado. Sería “domesticación”
en vez de educación.
Considerando
que la educación, es el arte de formar
caracteres, debemos estar de acuerdo que este “tira y afloja” servirá
solamente para “deformar” los caracteres de nuestros educandos.
Además,
si llevamos en cuenta que nuestros hijos son espíritus encarnados que vienen
del espacio para progresar, y traen en sí mismos las experiencias de otras
existencias, buenas o no, entenderemos que la gran misión de los padres es
conocer su fuero íntimo y ayudarlos
a caminar hacia Dios.
Nuestros
hijos son seres inteligentes, que no aceptan solamente un “no” como
respuesta. Ellos merecen y precisan de una explicación coherente. No hablamos
de justificaciones, sino de diálogo.
Si hay un
horario para dormir, si es necesario bañarse, si no podemos comprar este o
aquel juguete, el niño tiene el derecho de saber por qué.
Si le
decimos, por ejemplo, que no compramos el juguete que él tanto quería porque
nuestro presupuesto no permite, él entenderá, mientras que si le damos un
“no” solamente, se pondrá rebelde, pensando que no se lo compramos por
malagana.
Todo esto
requiere mucha inversión, que no
quiere decir “pérdida de tiempo”, como muchos padres afirman. Inversión de
tiempo, paciencia, afecto y cariño. La
tarea no es tan difícil y
seguramente es más eficaz.
***
San Agustín
hizo la siguiente advertencia en el Evangelio Según el Espiritismo: “recordad
que a cada padre y a cada madre preguntará Dios: ¿qué habéis hecho del hijo
confiado a vuestra guardia?
Si por vuestra culpa él se conservó atrasado,
tendréis como castigo verlo entre los espíritus sufridores, cuando de vosotros
dependía que fuese dichoso.”
¡Pensemos
en eso!