Momento Espírita
Curitiba, 22 de Dezembro de 2024
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Profetas y trovadores han venido, a través de los tiempos, en varias naciones para llamarnos a la fraternidad y a la paz.

El Gobernador Planetario, Jesús, envió precursores para que anunciaran la necesidad de que el ser humano sea más hermano de su hermano.

Algunos hablaron a los vientos. Otros tuvieron sus voces calladas por nuestra impiedad, que no deseaba oír nada.

No queríamos cambiar nuestra forma de someter a los demás, de utilizar los bienes de la Tierra de manera egoísta.

Ambición, orgullo. Poder concentrado en unas pocas manos. Demasiado oro aquí. Carencia allí.

Algunos vestían de seda y púrpura y otros con ropa rústica, tosca.

Entonces, el mismo Señor de la Tierra vino a estar con nosotros. Se hizo anunciar de manera inusual, por un coro angelical.

Algunos pastores en el campo escucharon.

En la adolescencia, demostró toda Su sabiduría, entre los llamados doctores del templo judío. En vano.

Nos pareció un cometa, estableciendo Su trayectoria en los cielos y desapareciendo en el pequeño pueblo de Nazaret.

Él anduvo por los caminos, habló a todos, invitándonos a Su reino, que no tenía apariencias externas. Un reino especial en la intimidad de cada uno.

Pero no Lo oímos. Su poesía hizo eco a través de las montañas, a través de los valles, a la orilla del mar de Galilea, a través de los polvorientos caminos de Judea.

Prometió que mandaría a otro enviado Suyo. Y lo hizo. En el siglo diecinueve, resonó por toda la Tierra la renovación de la invitación.

Venid a mí todos los que estáis cansados ??y agobiados y yo os aliviaré.

Ignoramos a los mensajeros y el llamado.

Seguimos viviendo como personas inconsecuentes, abusando de todo lo que la Tierra nos ofrecía en abundancia.

Levantamos muros para distanciarnos de otros seres, olvidando que pertenecemos a una misma y única especie, la humana.

Formulamos tratados separatistas, creamos guerras y guerrillas, en nombre de ideas diferentes, de posesión de territorios, de piedras preciosas y honores.

Contaminamos el agua transparente de los ríos y lagos con los productos de nuestra inconsciencia, volviéndola oscura y fangosa.

También las pintamos de rojo con la sangre de tantos hermanos que eliminamos en nuestros tontos combates.

Invitaciones. Llamados. Los tiempos han llegado, anunciaban los mensajeros de los cielos, a través de muchas bocas y de diversas formas.

Seguimos indiferentes como si fuéramos dueños de todo y pudiéramos comandar las fuerzas mismas de la naturaleza.

Entonces, nos alcanzó un terrible virus. Se extendió rápidamente por toda la Tierra.

Y tuvimos que parar. Parar las guerras, parar las disputas, parar nuestra sed de recaudar monedas y más monedas.

Ahora, el tesoro más preciado es la vida. Y ella nos exige medidas drásticas para su conservación. Confinamiento, higiene, reformulación de actitudes.

La Tierra está volviendo a respirar y nosotros, los habitantes, estamos siendo invitados a repensar nuestra manera de ser, de actuar, con el riesgo de no seguir en ella.

Tiempo de pensar. Tiempo de reevaluar nuestra propia vida. Tiempo de pensar en el bien de todos, en la conservación del aire, del agua, del clima, de todo lo que se nos ha ofrecido desde hace tanto tiempo y que descuidamos.

Tiempo de reflexionar. Hoy, mientras se tiene la oportunidad.

Redacción del Momento Espírita.
El 5.1.2021.

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