Él vino a la Tierra, anunciado por un coro celestial que fue escuchado por personas sencillas que estaban en los campos. Seres que dormían bajo el dosel de las estrellas, mientras protegían a las ovejas en la noche todavía no del todo fría.
El Pastor de las almas se hizo anunciar a los pastores... mensaje significativo.
Los versos de la canción se han repetido a lo largo de los siglos, alentando la esperanza y sosteniendo las almas: Gloria a Dios en las alturas, paz en la Tierra, buena voluntad hacia los hombres.
Y el Señor de las estrellas se hizo carne y habitó entre nosotros. Esperó años para Él mismo cantar la canción más inspiradora de todos los tiempos.
Canción que ha atravesado las épocas, que sobrevivió a las guerras, a las persecuciones, a las manipulaciones de hombres de mala fe.
A orillas del Genesaret, en Cafarnaum, Dalmanuta, Betsaida, por los caminos de Galilea y Samaria, los hombres escucharon Su voz llamándolos al reino de Dios.
Cuando abría la boca y hablaba con la autoridad de Su perfección, brotaban versos de espiritualidad y consuelo moral:
Venid a mí todos los que estáis afligidos y sobrecargados, y Yo os aliviaré. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón y hallaréis descanso para vuestras almas, porque mi yugo es fácil y ligera mi carga.
Sin embargo, Su canción no solo era reconfortante, también de glorificación al Padre y a la vida. Versificador incomparable, tomaba la lira de la Naturaleza para rasguear las delicadas notas de Sus poemas.
Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni guardan en graneros y, sin embargo, vuestro Padre celestial las alimenta.
Considerad cómo crecen los lirios del campo. No trabajan ni hilan; pero os digo, ni Salomón con toda su gloria jamás se vistió como uno de ellos.
Los hombres y las mujeres que Lo siguieron han aprendido la canción y la han estado repitiendo durante siglos. Ni siquiera la noche medieval, con toda su sombra, pudo atenuar el brillo de la canción.
Y hasta el día de hoy se repite la dulce canción de Jesús, fascinando las vidas.
No solo las vidas miserables y sin esperanza, sino las de todos los que desean tener vida en abundancia. Y aquellos que descubren los secretos de la canción, la guardan en la acústica del alma. Y también la cantan.
Así fue con los mártires que, durante tres siglos, entraron en las arenas, enfrentando a las bestias, el látigo y el fuego entre canciones de alabanza.
A los ataques de los sordos, respondieron con los arpegios de la musicalidad que habían aprendido del extraordinario Cantor.
Y hasta el día de hoy, los hombres repiten la canción, ansiosos por escucharla nuevamente, de los labios de Aquél que venció a la muerte en los albores de la resurrección.
* * *
Jesús es el Cantante celestial de la Inmortalidad. Su voz sigue invitándonos a Su reino, que no es de este mundo, que no tiene apariencias externas, el reino de los cielos.
Suavicemos el anhelo, permitiéndonos escuchar en el escenario de nuestra intimidad, el sonido de Sus versos: Yo soy el buen pastor. Ninguna de las ovejas que mi padre me ha confiado se perderá.
El buen pastor da su vida por sus ovejas.
Redacción del Momento Espírita,
con citas de Mateo, cap. XI, vv. 28 a 30;
cap. VI, vv. 26, 28 y 29 y Juan, cap. X, vv. 11 y 14.
El 9.4.2020.