Un grupo de estudiantes de geografía estudiaba sobre las siete maravillas del mundo. Al final de la clase, se les pidió que hicieran una lista de lo que pensaban que se consideraban las siete maravillas actuales del mundo.
Aunque con cierto desacuerdo, la votación giró en torno a las Pirámides de Egipto, el Taj Mahal, el Gran Cañón, el Canal de Panamá, el Empire State Building, la Basílica de San Pedro y la Gran Muralla China.
Al recoger los votos, el maestro observó que una alumna estaba muy callada y que ni siquiera aún había dado vuelta a su hoja.
Intrigado, le preguntó si estaba teniendo problemas con su lista.
Sí, respondió ella. No puedo hacer mi lista porque hay muchas maravillas en el mundo.
Intentando ayudar, el maestro le sugirió que mostrara lo que ya había escrito y luego, tal vez él y sus colegas podrían colaborar para que ella pudiera definirse.
La joven, un poco reacia, escribió: Creo que las maravillas del mundo son:
1. Tocar -
2. Sentir el gusto -
3. Ver -
4. Oír -
5. Sentir -
6. Reír y finalmente,
7. Amar.
La clase se quedó en completo silencio.
* * *
Es maravilloso observar las hazañas del hombre. La grandiosidad de las pirámides de Egipto que, hasta el día de hoy, son un misterio para la ingeniería.
Es emocionante contemplar la belleza del Taj Mahal, realizado en honor a un gran amor. Es espectacular contemplar las dimensiones y el trabajo milenario de la naturaleza en la elaboración de las audaces formas del Gran Cañón.
Es sorprendente descubrir cómo el hombre superó el desafío y construyó el Canal de Panamá. Es genial ver la grandeza del Empire State Building, que parece escalar los cielos hasta el infinito.
Es admirable ver la arquitectura, la pintura y la escultura de la Basílica de San Pedro y el gigantesco esfuerzo de los hombres por construir la milenaria Gran Muralla China.
Sin embargo, no podríamos ver ninguna de estas maravillas sin nuestro sentido de la visión, con el que fuimos dotados por Dios. Los sonidos del viento acariciando los prados no serían detectados por nosotros si no tuviéramos el sentido del oído.
¿Y qué hay del sentido del gusto que nos permite diferenciar la fruta sabrosa, los cereales que enriquecen nuestra mesa y todas las otras delicias que componen las comidas diarias, en su gran variedad?
¿Qué pasa con nuestra capacidad de sonreír, de desbordar la alegría que proviene de nuestra condición de seres dotados de la extraordinaria capacidad de amar?
Y aquel que ama siente su corazón latir violentamente en el pecho ante la mera presencia del ser amado, que puede ser el esposo, el padre, el hermano, el hijo, un amigo.
¿Y el toque que resulta en abrazos, en las manos entrelazadas que nos hacen sentir, sin palabras, apoyo, seguridad, cuidado, ternura, afecto?
Sí, seguramente las creaciones humanas son extraordinarias y las bellezas naturales grandiosas, sin embargo, lo que Dios ha puesto en nosotros, como capacidades inherentes a cada ser humano, reemplazan cualquiera otra maravilla.
* * *
Da gracias a Dios por el corazón bellamente diseñado y construido para ayudarte en el proceso de evolución, en las etapas de la reencarnación.
Da gracias a Dios por esta obra majestuosa del corazón, día y noche, en la alegría y en el dolor, en el trabajo y en el descanso, en el placer y en la tristeza, manteniendo tu vida.
Da gracias a Dios por tu vida, tu cuerpo, tu ser eterno que progresivamente avanza hacia Él mientras sientes, sonríes, amas y te extasías con las bendiciones celestiales.
Redacción del Momento Espírita, basada en el texto
As sete maravillas do mundo, de autoría ignorada
y el capítulo 29, del libro Filho de Deus, por el
Espíritu Joanna de Ângelis, psicografía de Divaldo
Pereira Franco, ed. LEAL.
El 11.11.2019.