Momento Espírita
Curitiba, 22 de Dezembro de 2024
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ícone Flor de loto

Planta que florece sobre el agua, la flor de loto, nativa de Asia, es considerada sagrada en algunas culturas orientales.

Sus raíces nacen en el lodo y su tallo va desarrollándose en el barro hasta alcanzar su tamaño total, cuando el botón emerge sobre la superficie del agua para abrirse al sol.

Por la noche, los pétalos de la flor se cierran y ella se sumerge bajo el agua. Antes de amanecer, vuelve a la superficie, donde se abre nuevamente.

Sus luminosos pétalos tienen la propiedad de autolimpiarse, o sea, consiguen repeler microorganismos y barro, no dejando que el agua la contamine y, por eso, es capaz de florecer en medio del pantano.

En un  simbolismo usado en Oriente, el agua lodosa que acoge la planta es asociada al apego y a los deseos materiales y la flor, que se desarrolla sobre el agua en busca de luz, indica una promesa de elevación espiritual.

Ella representa la superación del dolor y del sufrimiento en el mundo físico en busca del crecimiento espiritual y es considerada símbolo de pureza del alma.

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Podemos hacer una analogía de esta floración, con la forma en la que nos envolvemos con las cuestiones del mundo que nos rodea.

El objetivo principal de la vida terrena es el perfeccionamiento moral del Espíritu. Aquellos que tienen esta comprensión, buscarán elevarse siempre, independientemente de las adversidades.

Cuando las circunstancias no nos sean favorables, cuando las tentaciones nos cerquen, cuando seamos frecuentemente llamados a testar nuestro carácter, busquemos sacar algo bueno de la situación y recordemos a Jesús.

Cristo propuso que viviéramos en el mundo sin ser del mundo.

Fue el ejemplo vivo de que podemos pasar por situaciones que nos atormentan los sentimientos y, aún así, no dejarnos abatir, siguiendo seguros de nuestros propósitos.

Nos mostró también que es posible disfrutar de las cosas del mundo sin dejarnos ser poseídos por ellas.

La vida social y familiar forma parte del proceso de evolución. Nadie consigue la realización espiritual solo.

Es a través de los relacionamientos que intercambiamos experiencias y vamos trabajando los sentimientos y conociéndonos mejor cada día.

A veces, pasamos por dificultades de diverso orden, pero debemos reconocer que, sin la presencia de estas pruebas, perderíamos las motivaciones que nos impulsan al crecimiento y a la mejora intima.

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La flor de loto es un ejemplo de determinación, perseverancia y superación, pues surge en medio del lodo en que vive.

Es la prueba de que nosotros también podemos buscar el crecimiento espiritual y el mejoramiento moral en un medio que no nos sea favorable.

Ella nos enseña confianza en nosotros mismos y la creencia en nuestra propia belleza. Florece diariamente en busca de la luz, mostrándonos que no importan los obstáculos ni cuán adversas puedan ser las circunstancias.

No hay nada que le impida florecer bella y formidable.

¡Pensemos en eso!

Redacción del Momento Espírita.
Le 10.10.2018.

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