En el libro bíblico titulado Libro de Tobías, se cuenta que un padre buscaba un acompañante para su hijo de nombre Tobías, joven e inexperto, que debía realizar un largo y peligroso viaje.
Un joven se presentó y fue seleccionado por aquel padre, iniciándose el viaje.
En cierto momento de la jornada, un pez muy grande fue pescado por Tobías y su acompañante lo orientó para que tuviera el cuidado de extraer el hígado del animal y guardarlo cuidadosamente.
En el recorrido, más de una vez, los consejos y cuidados del joven fueron especialmente importantes para el éxito del viaje.
Los dos llegaron a su destino, Tobías concretó la tarea que le había encargado su padre y regresaron, sanos y salvos.
Grande fue el júbilo de aquel padre al tener de regreso a su hijo, ileso, con salud.
Al agradecer, de forma efusiva, al dedicado acompañante, es sorprendido con una actitud de él.
El joven orienta a Tobías para que prepare, de forma peculiar, el hígado del pez que había sido pescado en el viaje.
Después, le dice que coloque la pasta que había hecho sobre los ojos de su padre, que era ciego. Para sorpresa de todos, él tuvo de inmediato su visión restaurada.
Aún más agradecido, el padre desea recompensar regiamente a aquel hombre. Sin embargo, él desaparece ante sus ojos, dándose cuenta todos de que se trataba de un ángel del Señor.
Este relato nos habla de la dimensión del auxilio espiritual. Un mensajero celestial se hace visible y cuida, con desvelo, de una familia.
Acompaña al joven hijo en su largo viaje. Le ayuda a cumplir la misión que le había encargado el padre.
Lo orienta, además, en la preparación del medicamento que propiciará la cura de la ceguera del patriarca de la familia.
¡Cuántas bendiciones dispensadas!
Es así también en nuestra vida, aunque con mayor sutileza.
Todos los días, a través de intuiciones, de ideas felices, nos llegan orientaciones de procedimientos a ser adoptados, en situaciones específicas.
Casi siempre, las consideramos como nuestras propias ideas, sin agradecer a los mensajeros de Dios por eso.
Incontables veces somos salvados de peligros inminentes, desviados de situaciones embarazosas por esos abnegados seres espirituales, que velan por nosotros, mandados por el Padre de todos nosotros.
Ellos se muestran siempre atentos, cumpliendo de forma especial sus misiones.
Si prestamos atención, podremos percibir sus presencias amigas, innumerables veces, socorriéndonos, ayudándonos.
Busquemos seguir sus voces para que seamos más felices y exitosos en todos nuestros emprendimientos.
Redacción del Momento Espírita, con base
en el libro bíblico El libro de Tobías.
En 19.2.2018.