Quisiera ser más como el rayo de sol, aquel primer haz de una mañana esperada por alguien que lamentó la noche larga, creyendo que ella no terminaría nunca.
Quisiera ser más como el rayo de sol del final de la tarde, que sorprende la densa nube, y se proyecta sobre la ciudad casi a oscuras, diciendo: “Aún estoy aquí…”
Quisiera ser más como el rayo de sol que contornea al niño en el parque, haciéndole descubrir las formas de su propia sombra en el césped verde, como si fuera otro ser, fuera de él…
Quisiera ser más como el primer rayo de sol después de una intensa tempestad: humilde, discreto, eficaz y útil.
Quisiera ser más como el rayo de sol que, tras quedarse por algún tiempo, aún permanece en forma de calor, incluso después de haberse ido.
Quisiera ser más como el rayo de sol que pasa entre los edificios de la metrópolis, osado, buscando espacios, reflejos, para finalmente alcanzar al ciudadano común en la calle, sin hacer distinción alguna.
Quisiera ser más sol y menos sombra.
Más rayo y menos palabra.
* * *
¿Será que dentro de nosotros no existe una voluntad de hacer más, de ser más?
A veces, ¿será que no sentimos falta de un significado mayor en nuestro vivir?
Observamos a las personas que adhieren a causas, que se dedican al prójimo, que son íconos de una determinada era y pensamos: Quisiera ser un poco más así.
Es una fuerza que grita dentro de nosotros pidiendo algo. Es nuestra propia naturaleza amorosa diciendo a qué vino…
¿Qué nos falta, entonces?
¿Qué es lo que nos falta para que seamos menos discurso y más acción? ¿Menos opinión y más abrazo? ¿Menos crítica y más auxilio?
Estamos inundados de teoría. Muchos ya nos mostraron los caminos de la ascensión, como montañistas experimentados que están adelante y se obligan a volver y mostrar las técnicas y posibles caminos para subir con seguridad.
Ellos mostraron qué hacer, mostraron el cómo y el cuándo.
¿Qué nos falta, entonces?
Nos falta el impulso, el paso, el arrojo, la voluntad bien dirigida.
Pequeñas iniciativas, pequeños proyectos, aunque con continuidad, persistencia y seriedad.
Son micro núcleos de fraternidad, de civilización, que cambian a una nación entera y, a su vez, al mundo.
No nos quedemos congelados en la postura del mero deseo. Es preciso accionar la voluntad.
La voluntad es una facultad del alma, instrumento que coloca en movimiento nuestras potencias internas y las orienta hacia un ideal elevado.
Por su intermedio, cambiamos nuestra naturaleza, vencemos todos los obstáculos, dominamos la materia, la enfermedad y la muerte.
Es ella la que nos hace realizar las grandes cosas.
Realicemos, contribuyamos, ayudemos.
Iniciemos algo nuevo o involucrémonos en algo en que creamos. No hay más tiempo para que permanezcamos indiferentes. El mundo es nuestro. Abracémoslo.
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Quisiera ser más como el rayo de sol que pasa entre los edificios de la metrópolis, osado, buscando espacios, reflejos, para alcanzar finalmente al ciudadano común en la calle, sin hacer distinción alguna.
Quisiera ser más sol y menos sombra.
Más rayo y menos palabra.
Redacción del Momento Espírita, con base
en el poema Mais raio e menos palavra,
de Andrey Cechelero.
En 20.11.2017.