Cuando se piensa en homenajes, en general se enfoca en personas destacadas. Personas que han realizado grandes hechos, que influyeron o influyen en las comunidades.
Personas que hacen la diferencia en el mundo. Personas cuya actuación en las ciencias, en las artes, en la política, fue decisiva para la alteración de cuadros tristes en la faz de la Tierra.
Sin embargo, hay muchas otras criaturas especiales que merecen el homenaje más profundo. Madres que salen a la lucha cada día, para conseguir el pan honrado para sus hijos.
Padres que abrazan las madrugadas, antes que el sol se despierte, para asegurar la vivienda modesta, el libro y el cuaderno para que el hijo se ilustre.
Jóvenes que abandonan sus propios sueños para apoyar la existencia de hermanos menores, proporcionándoles el alimento, la escuela, el abrigo.
Tantos héroes. Anónimos. Pasan por nosotros todos los días. Utilizan el transporte urbano, el Metro, siempre llenos.
Enfrentan colas en el mercado popular, en el almacén de familia, en el centro de salud. En el cansancio del rostro llevan la esperanza de que el mañana rayará más risueño y menos difícil.
Prosiguen sin tregua porque de su esfuerzo y de su trabajo dependen otros seres preciosos de su corazón.
No son notados. Son ellos los que mantienen la limpieza de las calles, de las grandes ciudades, de nuestras casas.
Son ellos los que llegan a nuestra residencia y nos garantizan la casa limpia, la ropa lavada y planchada, la comida siempre en el momento adecuado.
Son ellos los que levantan viviendas, aunque no van a ocuparlas. Son ellos los que hacen las vías públicas planas, aunque no tengan vehículos para transitar en ellas.
Son ellos los que disponen el pan calientito en las mañanas, aunque en sus casas se sirvan solo pan duro.
Tantos trabajadores. Tantas criaturas de las cuales dependemos todos los días. Y que mueven la máquina comercial, empresarial, industrial...
Hermanos nuestros. Muchos de ellos casi invisibles a nuestra mirada.
Ciertamente fue para ellos que Chico Buarque de Holanda y Vinícius de Moraes compusieron la música Gente humilde, inmortalizada por un sinnúmero de cantantes.
Es la constatación de una realidad que se vive. También un gran homenaje a los muchos que luchan bravamente, todos los días, con la dignidad de quien tiene conciencia de su propio valor.
Personas que despiertan el día, alimentan las horas con su trabajo y aseguran su sustento y de los demás con quienes comparten la vida:
Hay ciertos días en que pienso en mi gente, y siento así apretarse todo mi pecho.
Porque parece que ocurre de repente, como un deseo de vivir sin notarme a mí mismo ...
Al igual cuando paso por el suburbio, yo estoy muy bien, viniendo en tren desde algún lugar ...
Entonces me da una envidia de estas personas que van en frente, sin ni siquiera tener con quien contar.
Son casas sencillas con sillas en la acera y arriba, en la fachada, escrito que es un hogar.
En la terraza flores tristes y perdidas, como la alegría que no tiene donde detenerse.
Y ahí me da una tristeza en el pecho, como un pesar de no tener como luchar.
Y yo que no creo, pido a Dios por mi gente. Es gente humilde, ¡qué ganas de llorar!
Redacción del Momento Espírita con versos
de la música Gente humilde de Chico
Buarque de Holanda y Vinicius de Moraes.
En 19.6.2017.