Momento Espírita
Curitiba, 22 de Dezembro de 2024
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ícone El Primer Ecologista

Ecología es la ciencia que estudia la relación entre los seres vivos y el ambiente en que viven. El término fue utilizado, por primera vez, en el año 1869, por el científico alemán Ernst Haeckel.

Sin embargo, al estudiar los Evangelios, encontramos al más excelente ecologista. Mucho antes que los hombres se preocuparan con su casa terrenal, con las cuestiones ecológicas, un Sabio Galileo demostró el vivir saludable y la interacción con el medio ambiente.

Nació en un establo, apropiado para albergar a los animales. Un buey y un burro dividieron el espacio con Él.

Su primera cuna fue improvisada en un pesebre, utilizando los padres el heno reservado a los animales.

Sus primeros visitantes fueron hombres que cuidaban las ovejas en el campo.

Inició Su mesianato mostrándose, según las Escrituras, en las aguas del río Jordán.

A pesar de frecuentar las sinagogas y el templo, en Jerusalén, fue en el altar de la naturaleza donde tejió las más bellas consideraciones respecto del reino que vino a implantar en el corazón de los hombres.

Subió a un monte y pronunció un poema jamás igualado: el de las bienaventuranzas.

En el pozo de Jacob, en Samaria, se sirvió del líquido precioso para tejer una analogía y ofrecer el agua viva, que sacia para siempre.

Hablando respecto de la fe, la comparó a un minúsculo grano de mostaza que, sembrado, se trasforma en frondoso árbol, donde los pájaros vienen acobijarse.

Enseñando la humildad, declamó versos respecto de los lirios del campo, que no tejen ni hilan, pero que se visten con más gloria que el gran Rey Salomón.

Enseñando la confianza en la Divina Providencia, se refirió a las aves del cielo, que no siembran ni cosechan y, sin embargo, el Padre les provee el alimento diario.

En medio de la tempestad, que atemorizaba a los compañeros, Él se levantó y habló a los vientos, ordenando a los Espíritus que actúan en la naturaleza, que cesaran en su acción.

Se comparó a una vid, adjetivando a Sus discípulos como los sarmientos, distribuyendo Él mismo la savia que les va a alimentar.

Se denominó la rama verde, la que brota, da flores, fructifica. Demostrando conocimiento intrínseco del oficio, se ofreció como el Buen Pastor, aquel que, al contrario del mercenario que huye ante el peligro, da Su vida por la de Sus ovejas.

Y contó la historia de la oveja descarriada, de las noventa y nueve seguras en el redil, de la alegría del Pastor al encontrar a Su oveja, llevándola sobre los hombros.

Viviendo en el ambiente de la carpintería mientras crecía, agonizó y entregó Su Espíritu al Señor de la Vida clavado en un madero.

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Jesús ecologista. Jesús, amante de la naturaleza. Resurgiendo en la mañana del domingo, esperó en el jardín y se mostró a María Magdalena.

Y, en plena naturaleza, en medio de la asamblea de cinco centenares de discípulos, se alzó y desapareció a los ojos humanos, adentrándose en el reino del Padre, dejándonos la lección de amor al semejante y a la naturaleza.

Naturaleza que Él enseñó a apreciar en sus detalles, a poner atención a cosas que parecen insignificantes, pero que integran el medio ambiente en el que nos movemos, en el que vivimos.

Jesús, Modelo y Guía. Ecologista de primera grandeza.

Redacción del Momento Espírita.
Le 14.1.2019.

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