Momento Espírita
Curitiba, 22 de Dezembro de 2024
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ícone La faz del amor

Los ataques terroristas, independientemente del lugar en que son realizados, constituyen violencia contra toda la Humanidad.

El asombro, la destrucción, el miedo. Las amenazas invisibles que alejan la poca paz de que disponemos, estableciendo un reinado de inseguridad.

Representan lo que existe de más triste y bajo en el ser humano. Es el mal representado en acciones, el mal que todavía encuentra guarida en tantas almas en el globo.

A lo largo de los tiempos, intentamos combatir el mal con otro mal mayor. Vimos que no resultó. El dolor solo aumentó.

Vestimos la venganza de justicia y salimos por ahí como locos, llenos de justificaciones, intentando aplacar nuestra sed de paz, de amor, repletos de odio en el corazón.

Aún hoy, tanto en el plan material como en el mundo espiritual, gran cantidad de Espíritus se arraiga en la rabia, en la indignación y en el resentimiento, creyendo que la represalia es la solución que les calmará el desequilibrio íntimo.

No... Ese no puede ser el único camino.

¿Causar dolor al otro nos trae paz? ¿Anula o hace desaparecer lo que nos hicieron? ¿Calma el corazón desesperado?

¿Será que siglos y siglos de sufrimiento aún no nos hicieron ver la verdad?

Los que intentaron darnos las respuestas fueron silenciados repentinamente. Oír hablar sobre el perdón, la comprensión y el bien, cuando estamos heridos, llega a ser ofensivo. Nos ocultamos de la verdad.

La verdad puede ser difícil en un primer instante. Luchar contra nuestros impulsos y tendencias milenarios exige un esfuerzo fuera de lo común.

Sin embargo, estemos seguros, compensa. La verdad libera.

Ella siempre estuvo a nuestro alcance. El camino alternativo siempre ha estado en nuestras rutas, llamándonos.

La otra faz. La otra faz...

La faz del amor frente al odio. La faz de los brazos abiertos que aceptan, frente a la intolerancia que repudia. La faz de la caridad que construye, frente a las bombas que despedazan.

La otra faz. No la faz de la indiferencia, sino de la acción inteligente en el bien, porque si el mal es astuto, sagaz, ladino, el bien es articulado, amoroso y vigilante.

Así, cuando seamos atacados de la manera que sea, presentemos una faz diferente de aquella que nos golpeó. El odio y la violencia pueden persistir por un tiempo, pero no resisten al poder absoluto y superior del amor.

En la ocasión del terrible ataque que sufrió la ciudad de París en 2015, fueron muchos los que decidieron ofrecer la faz del amor.

Un pianista anónimo se atrevió a llevar su piano de cola a la calle, puso el instrumento frente a uno de los lugares donde varias personas habían muerto y tocó bellamente para todos los que pasaban.

Al sonido de Imagine, de John Lennon, las lágrimas se mezclaban con las sonrisas a través del arte. La música, como la oración y el canto de la esperanza, invitaba a todos a reflexionar acerca de su futuro, sobre sus vidas y objetivos mayores.

En los dedos del pianista misterioso no había odio ni deseo de venganza. Había empatía con el dolor de sus compatriotas y un profundo deseo de paz.

En aquel lugar de tanta aflicción, al sonido de los disparos y las bombas que todavía resonaban crueles por los edificios, se mezclaba ahora la melodía del amor.

*   *   *

Imagina toda la gente compartiendo todo el mundo.

Puedes decir que soy un soñador, pero no soy el único.

Espero que algún día te unas a nosotros.

Y el mundo vivirá como uno solo.

 

Redacción del Momento Espírita con cita de
los versos de la música
Imagine de John Lennon.
En 4.3.2016.

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