Usted
está cansado. El día ni siquiera despertó y usted ya siente todo el cuerpo
reclamando del cansancio que deberá llegar.
Siente
que las fuerzas físicas deben entrar en colapso a cualquier momento. Que sus
fuerzas psicológicas están cayendo.
Usted
se levanta de la cama y anda arrastrando los pies, como si el cuerpo pesara una
tonelada. Va hasta el espejo, se mira y observa. Las ojeras están ahí. Es como
si no hubiera dormido.
Increíble.
Las horas de sueño parecen que no le son suficientes. Que usted precisa siempre
más y más.
Quizás
unas vacaciones más prolongadas, más distracción.
Pese a
todo, las horas reclaman agilidad. Usted se prepara y sale para el trabajo. El
estrés del tránsito está terrible. Cada día peor. Es el embotellamiento, el
accidente, las bocinas, la fuerte lluvia que dificulta la visión. Difícil
estacionar. ¡Qué día!
Finalmente usted llega al local de trabajo y empieza a lamentarse. La mesa está siempre atiborrada de papeles. La impresión es que cuanto más usted hace, más trabajo aparece. Y justamente hoy el jefe parece estar más irritado de lo que suele estar. Usted continúa lamentándose. Al fin de cuentas, usted está muy cansado. En realidad, viene diciendo esto hace mucho tiempo.
Deténgase
un momento. Observe cómo los demás reaccionan a sus quejas. Porque usted se
vuelve repetitivo, algunos para no herirlo, manifiestan su acuerdo. Otros callan,
y piensan en el tiempo que usted está desperdiciando, reclamando, sin hacer
nada al respecto.
Algunos
se muestran indiferentes. Piensan que el problema es suyo y sólo a usted cabe
solucionarlo. Quizás alguien llegue a irritarse con sus lamentaciones.
Puede
ser que algunos se alejen para no oírlo más, porque siempre que usted reclama
se vuelve exagerado, aburrido, cansativo.
Piense
un poco. Si el cansancio es físico, descanse. Las leyes divinas recomiendan el
reposo. Si es mucho el cansancio, quizás usted esté enfermo y necesite de
atención profesional. Consulte a un médico, realice exámenes, trátese.
Si su
cansancio lo preocupa, tome el camino más conveniente. Pero, si algún
motivo lo impide de hacerlo, entonces cállese. Trabaje y ore,
busque apoyo y rehágase en
las fuentes espirituales.
Busque a
Jesús en la intimidad de su corazón y entréguele su cansancio y su descanso.
Ilumine
los campos del alma con actividades que lo enriquezcan espiritualmente, que lo
alegren verdaderamente.
Evite
reclamaciones constantes, porque ellas no mejorarán su cansancio, ni su
agotamiento.
Procure
actividades que lo rehagan. Escoja un local donde necesiten brazos amigos y
ofrézcase como voluntario. Cambio de actividad significa también reposo.
Para su
distracción elija lo que lo pueda rehacer. Un paseo tranquilo, la observación
atenta de un cuadro de la naturaleza. Encántese con una música. Disfrute la
comodidad familiar. Rece y sea
feliz.
¿Usted
sabía?
¿Usted
sabía que el sueño fue dado al hombre para que pudiera recuperar
las fuerzas físicas y morales?
¿Y
que mientras el cuerpo se recupera de los efectos de la actividad del día,
el espíritu también se reabastece en el mundo espiritual?
Es por
esa razón que la oración, antes
del sueño físico, es tan importante. Con ella, sintonizamos con las mentes
superiores con las que, poco más tarde, cuando
durmamos, podremos encontrarnos para los diálogos que alimentan al alma
y fortifican la disposición para las luchas.
(De
los libros: Para uso diario, Ed. Fráter Libros Espíritas, cap. 24 y El
Evangelio Según el Espiritismo - cap. XXVIII, inciso 38)