Era el día de las profesiones en la escuela municipal. Los padres comparecían y relataban detalles de cómo ejercían su profesión. Los alumnos, curiosos, hacían preguntas.
Algunas profesiones encantaban a la clase por el coraje necesario, como la de los bomberos; o excitaban la fantasía de los niños, como la de actor, músico o jugador de fútbol.
Cuando el padre de Sergio entró en la sala, el niño fue deslizándose por la silla, deseando ocultarse. Se quedó imaginando lo que su padre iría a decir. Se sonrojó de vergüenza.
Sin embargo, Roberto, mostrándose a gusto, contó que en ese momento estaba desempleado.
¿Qué profesión es esta? ¿Qué es, exactamente, lo que usted hace? Preguntó de pronto un niño precipitado.
Bueno, yo diría que mi principal ocupación, en este momento, es buscar trabajo.
Un gran silencio se hizo en la sala. Con coraje, continuó su relato.
Imaginen ustedes que somos un equipo de fútbol y que estamos perdiendo por cuatro a cero. Entonces, tenemos dos alternativas: podemos desistir o podemos luchar hasta el final del juego y tratar de revertir el resultado. ¿Qué harían ustedes?
La clase se entusiasmó y cada uno fue diciendo que seguiría jugando, que haría cinco goles para ganar el partido, que daría lo mejor de sí...
Así es, continuó aquel padre, imagino cuántos de ustedes tienen padres que trabajan todo el día fuera de casa y por la noche, cuando llegan cansados, siguen redoblándose en las tareas domésticas.
Pienso que muchos de ustedes tienen hermanos mayores que, después de haber salido de casa para ganar su propia vida, sufrieron dificultades y tuvieron que regresar a la casa de sus padres.
Estoy seguro que algunos de ustedes vienen a la escuela acompañados de un hermano o hermana.
Eso es equipo. Uno ayuda al otro, sostiene al otro, ampara.
Yo soy el jugador de un equipo maravilloso, el más sensacional equipo que se puede tener: mi familia.
En ese momento, Sergio levantó la cabeza, volvió a sentarse recto y empezó a prestar atención a lo que decía su padre.
La familia es lo más importante que hay en la vida. Mi familia me apoya en ese período cuando salgo todos los días, tratando de conseguir un trabajo.
Cuando me despierto por la mañana, es la sonrisa de mi familia que me anima a seguir luchando, buscando.
Mi familia soporta mi mal humor cuando tengo un mal día. Somos un equipo y, como en el fútbol, ??no importa en qué posición estemos jugando, no importa si estamos perdiendo el partido, lo que importa es cómo se juega, ya que siempre existe la posibilidad de revertir la situación.
Por eso continúo, todos los días buscando un trabajo que garantice el auxilio a mi familia, mientras ella me apoya, sin quejarse, sin acusar.
Mi familia es el mejor equipo, el más importante de mi vida. Y para cada uno de nosotros, es sin duda el equipo gracias al cual vamos adelante, no deteniéndonos frente a los obstáculos que puedan hacerse más grandes.
Familia es amparo, es unión, es auxilio.
Cuando Roberto concluyó, fue tan aplaudido como cualquier otro padre que había pasado por allí describiendo los lances emocionantes de su profesión.
En los ojos de los niños había un brillo de emoción. En sus corazones, la lección de un padre agradecido a su esposa e hijos que entendían su esfuerzo y le daban apoyo.
Una lección que llevarían impresa, de forma indeleble, en sus propias vidas.
Redacción del Momento Espírita, con base
en el enlace www.hirukide.com/es/index.php
[visualización en 5.2.2014].
En 14.12.2015.