¿Cuál es el sentido de la vida?
Fue la pregunta que el niño de seis años y medio hizo al famoso astrofísico norteamericano Neil Degrasse Tyson, en una de sus conferencias.
La respuesta del científico fue fabulosa.
Él comenzó diciendo que las personas hacen esta pregunta creyendo que sentido es algo que se puede buscar. No consideran la posibilidad de que el sentido de la vida es algo que se crea.
Precisamente eso: sentido de la vida es algo que la persona produce para sí misma y para los demás.
Él, como hombre de ciencia, cuando piensa en eso, se pregunta: ¿Será que aprendí algo hoy que no sabía ayer? ¿Será que estoy por lo menos un poquito más cerca de todo lo que hay que saber en el Universo?
El astrofísico cree que si se vive un solo día en que nada se aprendió, se desperdició ese día.
Son pensamientos poderosos. Vale la pena reflexionar un poco acerca de ellos.
En varios momentos de la vida buscamos ese tal sentido. En cada etapa del vivir él tiene características diferentes dependiendo de nuestra madurez.
Algunos llegan a pensar que ese sentido está lejos de donde nacieron y parten en jornadas por el mundo. Jornadas muchas veces interminables, en busca de algo que no saben bien lo que es.
Hay quien busca en las religiones de la Tierra. Migran de una hacia otra, en función de la que les satisfaga, en ese o en aquel momento de la vida o estado de espíritu.
Pero, volvamos a la propuesta del astrofísico: crear un sentido para la vida y no encontrar uno.
Encontrar da la impresión de algo que está allá fuera, es externo. Crear se refiere a un movimiento que parte de nosotros, sólo de nosotros.
Son fuerzas que movilizamos para lograr algo valioso.
Así, si accionamos nuestras energías y las dirigimos hacia el estudio serio de una determinada área del conocimiento, que podrá traer buenos frutos a la comunidad que nos rodea, estamos creando un sentido.
Si abrazamos la paternidad, la maternidad con conciencia, comprendiendo nuestro papel de orientadores, de educadores, de promotores de la paz para la nueva era, estamos creando un sentido para nuestra vida.
Si conseguimos dedicar parte de nuestro tiempo a alguna causa social noble, como trabajador voluntario, sabiendo que estamos cambiando el mundo, henos aquí dando sentido a nuestra vida.
Si somos personas de bien; si recibimos con los brazos abiertos a quienes llegan a nosotros; si estamos siempre dispuestos a ayudar y no escatimamos esfuerzos para hacerlo; si somos amigos verdaderos y construimos nuestra vida sobre estas bases, ahí está el sentido para nuestra vida.
Hay muchas maneras de crear ese sentido. Cada uno encontrará la suya en lo íntimo de su propio ser.
* * *
Pensemos. Cuestionémonos diariamente: ¿Será que aprendí algo hoy que no sabía ayer? No sólo en la esfera del conocimiento del intelecto, sino también en el ámbito moral.
¿Será que estoy mejor? ¿Qué hice yo para ser mejor? ¿Qué esfuerzos he realizado?
Y congratulémonos cuando nos demos cuenta de las victorias y encontremos el sentido, la motivación, la felicidad.
La ley del progreso es una de las leyes Divinas que nos pone siempre en el camino de la ascensión.
Redacción del Momento Espírita, basado en el
texto O sentido da vida, de Andrey Cechelero.
En 3.11.2015.