Gestos simples pueden cambiar el mundo. Inspírate en uno más.
Hace alrededor de un año, una productora cultural y artesana de cuarenta y tres años, decidió dedicar parte de su tiempo para hacer el día de las demás personas un poquito más feliz.
Y con una actitud muy sencilla: ella ofrece albahaca a aquel que pase cerca de su casa, en una de las grandes capitales brasileñas.
Todo comenzó cuando decidió distribuir las hojas a otros moradores del barrio.
Nonó, como es conocida, juntó envases de jugo, cajas de leche y otras macetitas desechables y los puso en un muro delante de su casa para que los transeúntes llevasen las mudas.
Con la intención de que los transeúntes supiesen que las plantas allí estaban para ser llevadas, la productora puso un cartel en el portón con la siguiente frase:
Puedes llevar mudas alegres de albahaca para dejar tu vida perfumada.
Muchas personas miraban la foto – en la internet - y preguntaban: "¿Dónde es? También quiero.” Pero yo no divulgo la dirección. El objetivo no era transformar mi casa en una tienda de flores, sino demostrar que, con cosas muy sencillas, podemos hacer grandes transformaciones, comenta Nonó.
Después de la publicación de la foto en las redes sociales, ella dijo que se sorprendió por la repercusión.
Todos alaban y dicen cosas como: "El mundo necesita de más personas así." Mi respuesta es: "Entonces, sé una de ellas."
Esa idea de sé una de ellas es un punto fundamental en nuestras reflexiones, un punto de parada.
Una invitación para salir de la inercia de quien sólo observa, de quien sólo nota y elogia, para la posición de quien actúa, de quien lo hace.
No necesitamos de más elogios, no necesitamos de más reconocimientos de fachada, sino de que todos nos unamos a esos que hacen la diferencia en el mundo y ya no soportan más el caos instalado.
Sea ofreciendo brazos abiertos para los haitianos refugiados, sea trabajando por la educación de niños desposeídos de los barrios pobres, donde reina la criminalidad, o incluso ofreciendo la gentileza de mudas de albahaca, necesitamos de más acciones en el bien.
Con las mudas va la alegría de quien las plantó y las ofrece. Ahí está toda la diferencia. Ahí está todo el valor.
La timidez de los buenos nos ha costado muy caro, nos ha llevado mucho tiempo, tiempo en que podríamos estar haciendo todo diferente y mejor.
El bien no es tímido. Es activo. ¡Es impávido y entusiasta!
¡Estudiemos la vida de los grandes misioneros del bien en la Tierra! ¡Ninguno de ellos fue estrella apagada!
Ahora reflexiona: ¿Será que no puedes ofrecer ni una muda de albahaca para alegrar la vida de otra persona? ¿Ni una mínima donación? ¿Algo inesperado, algo que venga de tu corazón, algo más de lo que ya haces?
¡Pero me falta tiempo! - Dirás.
¿Será que es el tiempo lo que te falta?
No tengo condiciones financieras. – Afirmará otro.
¿Será que para donarnos necesitamos dinero?
Dona tu alegría, dona tu conocimiento, dona tu tiempo, dona tu habilidad en eso o en aquello, y haz el día de alguien un poco más feliz.
Si el otro merece o no, no importa. Tú mereces el bien que el bien te trae, pues te llenas de él primero – recuerda siempre eso.
El mundo necesita de más personas así... Sé una de ellas.
Redacción del Momento Espírita basado en reportaje
publicado en la página web catracalivre.com.br.
En 19.11.2014.