Momento Espírita
Curitiba, 22 de Dezembro de 2024
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ícone Mi hermano, mi ídolo

Aún no sé hablar... No a través de los idiomas tradicionales del mundo, pero creo que me entiendes, ¿verdad?

Creo que me entiendes, cuando te observo con atención corriendo a mi alrededor, y mis ojos brillan, mi sonrisa nace y mi carcajada resuena en toda la casa.

Sólo para ti sonrío así pues, de alguna manera, creo que me acuerdo de ti, y ese recuerdo me trae paz, me trae seguridad, me trae alegría.

Sí, alegría. Me has enseñado mucho acerca de ella, pues nunca te veo triste. Y saber que esta nueva vida puede ser así, alegre, me deja más tranquila delante de los desafíos que tendré que enfrentar.

Eres mayor que yo, llegaste antes a este hogar y me dijeron que estabas aquí para recibirme cuando llegué.

¡Eres grande y ya hablas tantas cosas! Incluso, a veces no paras de hablar.

Me quedo intentando imitarte, observando los movimientos de tu boca, de tu rostro. Creo que ya estoy empezando a entender algunos sonidos, aunque todavía sea difícil para mí.

Saltas para allá y para acá y ya salto contigo.

Bailas con las músicas y me quedo observando tus pies, atentamente, para ver los movimientos divertidos que ellos hacen, y pienso: ¿Será que los míos pueden hacer lo mismo?

Estoy intentando andar... me he esforzado mucho, pues mi tiempo es un poco diferente del de los otros niños y tú eres mi mayor inspiración, pues caminas de una manera muy divertida y veloz.

Y tienes paciencia conmigo... no me comparas, no exiges de mí más de lo que puedo lograr en este momento. Sabes que conseguiré hacerlo todo, pero a mi ritmo. No tengo prisa.

Eliges los videos que más me gustan, ves conmigo las películas que ya no veías más, porque no son para tu edad. Eres tranquilo conmigo… y necesito que tengan calma conmigo.

No te quejas cuando casi arranco tus cabellos o tu nariz o tus orejas... Nunca te quejaste cuando yo tomaba tus juguetes y los tiraba hacia arriba, haciendo un lío en tu habitación.

¡Creo que todos deberían tener un hermano mayor como tú! ¡Eres lo máximo! ¡Tus baterías duran más que cualquiera de mis juguetes!

Y sé que no vas a dormir sin antes despedirte de mí... Yo te siento, aun cuando ya he ido para el mundo de los sueños.

Mis padres me dijeron que siempre vas a estar a mi lado, y creo en eso, pues lo siento de alguna manera que ya he oído eso antes, pero no sé explicarlo todavía.

Mi hermano, mi ídolo, ojalá que podamos crecer juntos en esta nueva vida, dándonos las manos,  pues sosteniéndome en tus manos nada tendré que temer.

*   *   *

Los lazos de familia son fortalecidos por la reencarnación.

Los Espíritus integran, en el espacio, grupos o familias unidos por el afecto, la simpatía y la similitud de tendencias. Dichosos por estar juntos, se buscan unos a otros. La encarnación los separa solo momentáneamente, porque después de su vuelta a la erraticidad se reencuentran como amigos que regresan de un viaje.

A  veces se siguen en la encarnación, donde son reunidos dentro de una misma familia o en un mismo círculo, trabajando juntos para su mutuo progreso.

Los más evolucionados tratan de hacer progresar a los más retrasados.

Cada vez menos unidos a la materia, su afecto es más vivo, por lo mismo es más puro y ya no es turbado por el egoísmo ni por la  oscuridad de las pasiones.

Así pues, pueden recorrer un número ilimitado de existencias corporales sin que nada perturbe su mutuo afecto.

Redacción del Momento Espírita con pensamientos
del ítem 18, del  capítulo 4 del libro
El Evangelio
según el Espiritismo, Allan Kardec, ed. FEB.
En 10.6.2014.

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