Cuando las nubes negras de los pensamientos tormentosos cubran con un velo oscuro el horizonte de tus esperanzas y la barca de tu corazón se agite, desgobernada, sobre las olas...
Cuando las obligaciones diarias, las dificultades y los problemas, las sorpresas - no siempre agradables - te lleven a decir: - ¡Qué día!
Recuerda...
Caía la tarde y la multitud todavía estaba reunida en la playa.
Desde que el sol surgió, Jesús atendió a las incontables súplicas de aquellos que lO buscaban. Manos y lágrimas Le rozaban el rostro y la túnica – antes tan limpia y alba - y ahora toda manchada de lamentos.
Finalmente, llegó a las márgenes del lago, venciendo el dolor y las tristezas de los sufrientes. Aquellos que lO han visto dejando tras de Sí un rastro confortador de estrellas, se preguntaban:- ¿Quién será este Hombre, a quien los dolores Le obedecen?
El cielo se encendía de los colores de la noche, cuando la barca de Pedro recogió la preciosa carga.
Jesús nunca mostró en el semblante señales tan evidentes de cansancio.
Acomodado sobre un cojín de cuero, Su majestuosa cabeza pendió sobre el pecho, como un girasol real despidiéndose hacia el poniente.
Sus labios dejaron escapar un largo suspiro antes de quedarse dormido.
Sus amigos pescadores no se atrevieron a perturbarLe el merecido sueño, manejando los remos con cuidado, ayudados por los susurros de dulce brisa.
El lago de Genesaret parecía un espejo de plata gigantesco bajo la luna, tranquilo y sereno como el Maestro dormido.
Faltaba poco para completar la travesía, cuando todo se transformó.
El tiempo se enojó, sin aviso. Las nubes de suave gasa se hicieron más densas y se volvieron en tenebrosa tempestad y el lago se olvidó de la tranquilidad encrespándose, azotado por el viento.
Para la barca, vencer la tormenta era como luchar contra un vigoroso e invencible Titán. Pedro utilizó toda su fuerza y ??sabiduría en los remos, gritando órdenes que se perdían entre las carcajadas de los truenos y relámpagos.
Los discípulos asustados corrieron a despertar a Jesús, que todavía dormía.
¡Maestro! - Exclamaron en coro desesperado. - ¡Perecemos! Jesús, ya despierto, Se levantó prontamente, equilibrando el cuerpo cansado muy recto, aunque la barcaza estaba a punto de naufragar.
Su majestuosa silueta parecía estar envuelta en luz misteriosa cuando levantó los brazos, ordenando a la tormenta:
¡Callaos! Y volviéndose para sus amigos: -¡Calmaos! Hombres, ¿dónde está vuestra fe?
Los vientos enmudecieron y el lago disminuyó sus olas, aplacado por misterioso imperativo.
Los discípulos se miraron en una mezcla de sorpresa y tranquilidad.
Avergonzados, se volvieron a los remos. En el ritmo acompasado la barca avanzaba, al compás del corazón de aquellos hombres que se preguntaban: ¿Quién será este Hombre, a quien los vientos obedecen?
* * *
Cuando las nubes negras de los pensamientos tormentosos cubran con un velo oscuro el horizonte de tus esperanzas y la barca de tu corazón se agite, desgobernada, sobre las olas...
Cuando las obligaciones diarias, las dificultades y los problemas, las sorpresas - no siempre agradables - te lleven a decir: - ¡Qué día!
Recuerda... Despierta el mensaje del Cristo dormido en ti y... ¡Cálmate!
Redacción del Momento Espírita.
Il 3.9.2013.