El libro Boa nova, psicografiado por el médium Francisco Cândido Xavier contiene la narración de varios pasajes evangélicos.
Algunos pequeños fragmentos del Evangelio son allí desarrollados de manera muy conmovedora y explícita.
Uno de los relatos se refiere a la negación de Pedro.
Consta que en la última cena Jesús dijo que Su hora se aproximaba y que en el momento supremo los discípulos se dispersarían.
Pedro deseó saber adónde iría el Maestro.
Afirmó que podría seguirlo en cualquier situación, a costo de la propia vida.
Jesús le contestó que antes que el gallo cantara en aquella misma noche, Pedro lo negaría tres veces.
Pedro se sintió ofendido y preguntó si el Maestro lo juzgaba malo y endurecido hasta ese punto.
Jesús dijo que no lo creía malo o ingrato.
No obstante, en aquella misma noche él aprendería que el hombre del mundo es más frágil que perverso.
Luego más el Mesías fue arrestado y los Apóstoles se desbandaron.
Pedro empezó a considerar las maneras posibles de salvar a su Maestro.
Se dio cuenta que la situación política era desfavorable.
Las masas estaban siendo manipuladas y acusaban a Jesús de hechicero, traidor y hereje.
El Apóstol experimentó un frío angustioso en el corazón.
Pensó en sus familiares que dependían de él, en todos sus deberes de hombre y en los castigos a que se sujetaría si afrontase a las convenciones de Jerusalén.
En ese momento una mujer le preguntó si él era uno de los compañeros del profeta recién aprisionado.
Pedro negó vehementemente, bajo fuerte emoción.
Intentó justificarse ante su propia conciencia, so alegación que necesitaba permanecer libre para salvar a Jesús.
De nuevo fue abordado, ahora por un hombre que le preguntó se había venido socorrer a su Maestro.
Pedro dijo que nunca había considerado el detenido como maestro.
Finalmente, un soldado lo acusó directamente de ser un discípulo del Nazareno.
Por tercera vez Pedro negó con vehemencia.
En ese instante los gallos empezaron a cantar.
Pedro recordó las palabras del Cristo y se llenó de angustia infinita.
Miró hacia el lado donde se encontraban las celdas y vio el Maestro mirarlo serenamente por entre las rejas.
Profundamente avergonzado de su comportamiento, se alejó de todos y empezó a llorar.
Recordó su vida y la manera ruda que siempre condenara a los desviados a lo largo del tiempo.
Imaginó que jamás había logrado perdonar a las mujeres infelices.
Abatido bajo el peso de sus propios errores comenzó a comprender las experiencias dolorosas de sus hermanos en Humanidad.
De su interior se abrió una nueva fuente de consideraciones por los infortunados del Mundo.
Deseó ansiosamente arrodillarse ante Jesús y suplicarle perdón.
En ese momento sintió, en Espíritu, la presencia confortadora del Maestro.
Se recordó de lo que Él le dijera:
Pedro, el hombre del mundo es más frágil que perverso.
* * *
En el trato con tus semejantes, busca tener en cuenta lo siguiente:
Todos los hombres tienen debilidades, incluso tú.
Nos es conveniente que hagas un juicio severo de tu prójimo, puesto que tampoco suportas una mirada crítica de tus debilidades.
Delante de las equivocaciones ajenas no vistas la toga de un juez severo.
Antes, preséntate como un hermano comprehensivo y generoso, para que también puedas merecer la generosidad cuando te equivoques.
Redacción del Momento Espírita, con base
en el capítulo 26, del libro Boa nova,
del Espíritu Humberto de Campos, psicografía
de Francisco Cândido Xavier, ed. Feb, Brasil.
Em 11.01.2010.