Momento Espírita
Curitiba, 22 de Dezembro de 2024
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ícone Tesoros valiosos
 

Amigo es cosa para guardarse del lado izquierdo del pecho, dentro del corazón.

Así se expresa la canción popular, en sus versos, enalteciendo la amistad.

En el Viejo y en el Nuevo Testamento, las observaciones con respecto a los amigos es de que son valiosos tesoros; que el amigo merece lo mejor de nosotros.

En nuestras vidas, la Divinidad providencia criaturas especiales, colocándolas próximas a nosotros, a fin de que, en momentos cruciales, se constituyan en sustentos en la adversidad.

Son los amigos que nos oyen los dolores desgarradores y nos ofrecen sus hombros para apoyar la cabeza y también nos ofrecen brazos generosos de amparo.

Son los amigos que comparten con nosotros los momentos de conquistas, de alegrías, y también las horas de angustia y sufrimientos.

Cuando los afectos parten, ingresando en la vida espiritual, son los amigos  los que nos sustentan la fragilidad, alimentándonos con su presencia.

Cuando la enfermedad llega a nuestro hogar, alcanzando a los que amamos, y se arrastra, lentamente, por cadenas de meses, son los amigos que realizan el reemplazo espontáneo, en horas de las noches solitarias o de las madrugadas que parecen eternas, permitiéndonos el reposo restaurador del sueño imprescindible.

Cuando la carencia nos alcanza, el desempleo se instala, son los amigos que se eligen como empleadores, como detectives atenciosos a la búsqueda de oportunidades, como promotores de recursos para sanarnos las necesidades más urgentes.

Tantas veces los parientes corporales permanecieron distantes o se esquivaron delante del dolor que nos golpea el alma.

Todavía ahí los amigos perciben los sufrimientos ocultos del dolor más agudo y nos socorren con su ternura, el algodón delicado de la palabra correcta, en el momento justo.

Almas que así se disponen, en la calidad de amigos, como tutores de nuestras vidas, son Espíritus dedicados y amorosos que no esperan ni siquiera la medalla de la gratitud.

Para ellos no hay hora inconveniente, tiempo perdido o insuficiencia de recursos, todo realizando al bien de lo que conceptúan como amistad.

Nos compete, por consecuencia, agradecer a Dios por esas almas dedicadas, revestidas de carne, que se transforman en verdaderos ángeles de la guarda.

Nos compete demostrarles el amor que le tenemos, como forma mínima de gratitud, sin olvidarnos que muchos de ellos, igualmente después de la muerte de la vida corporal, permanecen velando por nosotros, desde el Mundo Espiritual, donde se trasladan.

Ampliar el círculo de amistades y mantener amigos es lección de sabiduría que cabe al hombre ejercitar.

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Expresivo número de criaturas prefiere la computadora que a los amigos.

Como padres y educadores necesitamos estar alerta para que nuestros niños no pierdan la experiencia extraordinaria de ser amigo y de hacer amigos.

Muchas veces, reencarnan en la condición de amigos fieles, Espíritus que nos fueron caros al corazón en vidas anteriores.

Lo que significa que, de un modo general, los amigos hacen verdaderamente parte de nuestra familia espiritual, que transciende los lazos de la consanguinidad.

Redacción de Momento Espírita.
En 11.05.2009.

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