Resplandecer no es sinónimo de armonía y paz.
Existe claridad en los incendios destructores que consumen vidas y bienes.
Resplandor siniestro trasparece en los bombardeos que traen la muerte.
Reflejos radiosos surgen del lanzallamas.
Relámpagos inusuales señalan el movimiento de las armas de fuego.
En el Evangelio, sin embargo, es diferente.
El evangelista Lucas, al comentar acerca de la Navidad, asevera que Cristo es la luz para alumbrar las naciones.
El Maestro no llegó imponiendo normas al pensamiento religioso.
No interpeló gobernantes y gobernados acerca de los procesos políticos.
No disputó con los filósofos sobre el origen del hombre.
Tampoco rivalizó con los científicos en la demostración de los aspectos parciales y transitorios de la vida.
Se contentó en hacer luz en el Espíritu inmortal.
Su ministerio estaba dirigido a los pueblos de todo el mundo.
Pero Él no señaló Su presencia con expresiones colectivas del poder.
Se abstuvo de movilizar y formar ejércitos y sacerdocio, armamentos y tribunales.
Se preocupó con aquello que de verdad interesaba.
Trajo claridad para todos, proyectándola de Sí mismo.
Reveló la grandiosidad de servir a la colectividad por intermedio de la consagración personal al bien infinito.
* * *
En las reminiscencias de la época de la Navidad medita acerca del derrotero que has elegido.
¿A qué destino el te conduce?
¿Tienes luz suficiente para la marcha?
¿Qué tipo de claridad estás encendiendo en tu camino?
Huye del brillo fatal de los cortocircuitos de la cólera.
No te regocijes con la linterna de la vanidad que imita la luciérnaga volando bajo en la noche.
Apaga la llamarada del celo y de la discordia que lanza corazones a los precipicios del crimen y del sufrimiento.
Tampoco no confundas el periodo navideño con el brillo de los adornos de las tiendas.
Brevemente ese resplandor se extinguirá y tú permanecerás en la jornada.
Aprovecha la pausa habitual del fin de año para reflexionar íntimamente acerca de tu vida.
Identifica las opciones que te orientan los caminos.
Razona acerca de los hábitos que cultivas y que revelan tu mundo interior para tus semejantes.
¿Ellos estarán de acuerdo con las enseñanzas del Maestro Divino?
Jesús dijo que su yugo era suave y nos ofreció Su paz.
En seguida, Se reveló como el camino de la verdadera vida y nos hizo una invitación.
Quien lo desee, debe empuñar su propia cruz y seguirLo.
Empuñar la cruz y caminar con el Maestro significa imitar Sus ejemplos luminosos.
No existe felicidad en los disturbios y errores.
Los resplandores de la vida terrenal tempranamente producen enfado.
* * *
Si buscas el Maestro Divino y la experiencia cristiana, más allá de las ilusiones del mundo, para y reflexiona.
Recuérdate que hay en la Tierra resplandores que amenazan, perturban, confunden y anuncian devastación.
Ser cristiano, disfrutar de la paz sublime de Jesús significa cooperar con Él.
Para eso, es necesario estar dispuesto a extinguir las tinieblas, encendiendo en si mismo aquella sublime luz para alumbrar.
Es indispensable disponerse a amar y servir, haciendo de eso un hábito por la incesante repetición.
Piensa en eso.
Redacción del Momento Espírita,
con base en el capítulo XLIV del libro Segue-me,
por el Espíritu Emmanuel,
psicografía de Francisco Cândido Xavier. ed. Feb.
En 22.12.2008.