Cuéntase que el legislador Licurgo ha sido invitado para dar una conferencia sobre educación. Aceptó la invitación entretanto pidió, el plazo de seis meses para prepararse.
El hecho causó extrañeza, pues todos sabían que él tenía capacidad y condiciones de hablar a cualquier momento sobre el tema y, por eso mismo, lo habían invitado.
Transcurridos los seis meses, compareció delante de la asamblea en expectativa.
Se puso a la tribuna y enseguida, entraron dos criados, cada cual llevando dos jaulas. En cada una había un animal, siendo dos conejos y dos perros.
A una señal previamente establecida, uno de los criados abrió la puerta de una de las jaulas y el pequeño conejo, blanco, salio corriendo, espantado.
Enseguida, otro criado abrió la jaula donde estaba el perro y este salio en disparada al alcance del conejo. Lo alcanzo con destreza, destrozándolo rápidamente.
La escena ha sido dantesca y chocó a todos. Una gran admiración tomó cuenta de la asamblea y los corazones parecían saltar del pecho.
Nadie conseguía entender que es lo que Licurgo deseaba con tal agresión.
Aun así, no dijo nada. Tornó a repetir la señal pactada y otro conejo fue libertado. Enseguida, otro perro.
El pueblo mal contenía la respiración. Algunos más sensibles, llevaron las manos a los ojos para no ver la reprise de la muerte bárbara del indefenso animalito que corría y saltaba por el escenario.
En el primer instante, el perro embistió contra el conejo. Entretanto, en vez de abocarla, le dio con la pata y se lo derribó.
Luego se levantó y se puso a jugar.
Para sorpresa de todos, los dos se quedaron a demostrar tranquila convivencia, saltando de un lado a otro del escenario.
Entonces, y solamente entonces, dijo Licurgo: Señores, acabáis de ver a una demostración de lo que puede la educación. Ambos los conejos son hijos de la misma matriz, han sido alimentados igualmente y recibieron los mismos cuidados. Así igualmente los perros.
La diferencia entre los primeros y los segundos es, simplemente, la educación.
Y prosiguió vivamente con su discurso diciendo de las excelencias del proceso educativo.
La educación, basada en una concepción exacta de la vida, trasformaría la faz del Mundo.
Eduquemos nuestro hijo, esclarezcamos su inteligencia, pero, antes de todo, hablemos a su corazón, enseñemos a el a despojarse de sus imperfecciones. Recordemos que la sabiduría por excelencia consiste en hacernos mejores.
* * *
Lo sabias...
...que Licurgo ha sido legislador griego que se calcula que haya vivido en el siglo cuarto antes de Cristo?
Y que el verbo educar es originario del latín educare o educcere y quiere decir extraer de dentro?
Se percibe, que la educación no se constituye en un mero establecimiento de informaciones, sino en trabajar las potencialidades interiores del ser, a fin de que florezca, a la semejanza de bella y perfumada flor.
Redacción del Momento Espírita, con base en
el cap. LIV del libro Depois da morte, de
Léon Denis, ed. Feb.
En 27.10.2008.