Primero se llevaron los negros,
Pero no me importé con eso. Yo no era negro.
En seguida se llevaron algunos operarios,
Pero tampoco me importé con eso. Yo también no era operario.
Después prendieron los miserables,
Pero no me importé con eso, porque yo no soy miserable.
Después agarraron algunos desempleados,
Pero como yo tengo un empleo, también no me importé.
Ahora... Ahora me están llevando.
Pero ya es tarde. Como yo no me importé con nadie, nadie se importa conmigo.
El poema grave es de Bertolt Brecht, influyente dramaturgo y poeta alemán del siglo XX.
La cuestión gravísima es del ser humano, desnudado en líneas poéticas, expuesto por el pensador que aquí nos invita a reflexionar sobre la indiferencia.
La vida individualista, que prioriza el yo en detrimento del otro, se presenta como uno de los problemas más serios de la actualidad humana.
El egoísmo, la codicia, el miedo, transformaron gran parte de los seres en autómatas aislados.
Autómatas, sí, pues evitan pensar, reflexionar, ponderar, en nombre de una falsa falta de tiempo.
Autómatas que se conectan en el enchufe por la mañana, y se desconectan por la noche, sin tener realmente estado presentes en sus días, en sus propias vidas.
Aislados también, pues se aíslan de las personas, del contacto humano.
No se puede más fiarse de nadie, no se puede más contar con nadie. Todos son sospechosos... - afirman algunos.
Aislados, usan de las tecnologías del mundo moderno, que visan solamente auxiliar el hombre en sus tareas, para mantener una distancia segura del Mundo.
Y el virtual parece ser más seguro, más fácil que el real... Nos engañamos en nombre de una supuesta seguridad.
Así dejamos de nos importar con los demás, viviendo un constante sálvese quién pueda, como si la desesperación fuera un gran auxilio.
Y cuanto más nos alejamos, más difícil es la vuelta.
Amistades que dejamos de cultivar en la infancia, en la juventud, hoy hacen falta a muchos hombres y mujeres, víctimas de trastornos psicológicos, como la depresión.
Relaciones familiares fuertes, envolviendo complicidad y cariño, en el futuro nos harán falta, pues cuando necesitamos nos abrir, desahogar, percibiremos que no tenemos intimidad con nadie para tal.
Es necesario actuar. Actuar mientras hay tiempo.
¿Será tan difícil dar atención, importarse con aquellos que están a nuestro alrededor?
Será tan difícil romper esta barrera de la indiferencia, y preguntar: ¿Cómo estás? - realmente deseando saber ¿cómo anda la vida del otro?
El Mundo no soy yo sino los demás. El Mundo somos nosotros.
Estamos todos expuestos al mismo tipo de experiencias, a las mismas probaciones, a los mismos aprendizajes.
Es necesario actuar. Es necesario importarse más.
* * *
Quiebra el hielo de la indiferencia, y percibirás que las aguas que irán verter aplacarán tus sedes más secretas.
Despierta aún hoy, y percibirás que el brillo del sol es más seguro que la oscuridad de los ojos cerrados.
Redacción del Momento Espírita con base
en poema de Bertolt Brecht (1898-1956).
En 27.10.2008.