El poema de nombre Seiscientos sesenta y seis, de Mário Quintana nos dice así:
La vida es unos deberes que trajimos para hacer en casa.
Cuando se ve, ya son las seis de la tarde: hay tiempo...
Cuando se ve, ya es viernes...
¡Cuando se ve, pasaron 60 años!
Ahora, es demasiado tarde para suspender...
Y si me diesen “un día”, una otra oportunidad, no miraba el reloj.
Seguiría siempre adelante... E iría jugando por el camino la cáscara dorada e inútil de las horas...
Al terminar un año, presto a empezar un nuevo, es cuando se oyen frases comunes: ¡Cómo pasó rápido!; o ¡Mira, no vi pasar el año!...; o aun: ¡Allá se fue otro año! ...
Muchas de estas frases revelan una especie de falta de control sobre el tiempo en nuestras vidas.
Algunas son pronunciadas con pesar, como si el año tuviera pasado por nosotros sin darnos cuenta, sin que hiciéramos nada de significativo en este período de vida.
¡La vida está tan corrida! – dicen otros, revelando que el tiempo pasó por ellos, envés de habérselos pasado por el tiempo.
Y cuando se ve, ¡pasaron 60 años! – dice el poeta.
* * *
¿Será que estamos pasando por la vida, o es la vida que está pasando por nosotros, sin darnos cuenta, sin interaccionar, sin dejar nuestra marca?
¿Será que a veces no estamos haciendo demasiadas cosas, sin elegir cuales realmente son las importantes para nuestro Espíritu?
¿Será que durante el año conseguimos identificar cada una de las estaciones, y vivirlas de manera intensa?
¿No nos hacemos esclavos del reloj, del exceso de trabajo, del exceso de preocupaciones, y demasiadas cosas?
Es de pensarlo... Es de parar para pensar un poco en estas cuestiones.
Al final de más una de las etapas de la vida, se hace fundamental una pausa, evaluar, planear, y principalmente, aprovechar el momento.
Las etapas son necesarias para eso. Si no parásemos nunca, en breve la vida, la salud, la cabeza, como se dice pararía por nosotros.
No somos máquinas, aunque algunos costumbres del mundo moderno parezcan querer tratarnos así.
No somos marionetas en las manos del tiempo, en las manos de la profesión, en las manos del consumismo avasallador.
Somos Espíritus que estamos aquí, en este planeta, para desarrollarnos, para conquistar la perfección moral e intelectual, para aprender a amar.
Somos viajeros de muchas vidas, de muchas oportunidades, pero también de oportunidades únicas, de momentos únicos, que deben ser vividos con la intensidad de la luz de las nuevas estrellas.
Somos la razón de todo, y por eso mismo necesitamos exigir más respeto de nosotros mismos.
Necesitamos exigir del cuerpo un poco más de alma, e de todo un poco más de calma – recordando otra bella poesía.
La vida no para, seguramente. Por eso somos nosotros que tenemos que parar un poco.
Empezar es siempre preciso. Nos hace falta el nuevo. Y nada mejor que un nuevo yo para recomenzar con todas las fuerzas.
Es tiempo de recomenzar...
Redacción del Momento Espírita con base en poema
del libro Esconderijos do tempo, de
Mário Quintana, ed. Globo.
En 25.08.2008.