Momento Espírita
Curitiba, 22 de Dezembro de 2024
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Se presentan en tamaño, peso y colores distintos. Pueden ser de color negro, blanco, amarillo.

Tienen deditos delicados y la inocencia de quien todavía no se ha enterado, en esta vida,  cómo es realmente el mundo.

Se les pueden encontrar por toda parte: arriba de los muebles, debajo de las mesas, dentro de cajas, en el jardín. Se cuelgan en los árboles, corren, saltan.

Son la verdad con cara sucia, la sabiduría con cabellos despeinados y la esperanza de pantalones cortos.

Tienen una disposición inigualable, parece que nunca se cansan. Su curiosidad es tanta que jamás logramos contestar a todas sus preguntas.

Consiguen tener la imaginación de Julio Verne, la timidez de la violeta, la audacia del resorte, el entusiasmo del buscapié y sus manitas son más rápidas que los ojos de quien las cuida.

Les encantan los dulces, la Navidad, el día del cumpleaños. Aprovechan al máximo las reuniones con los amigos y cuando están jugando, se olvidan de comer. Su tiempo, como si no existieran otras cosas, lo usan exclusivamente para disfrutar la presencia de sus amiguitos.

Admiran reyes y libros con figuras en colores. Les gusta el aire libre, el agua,  los animales grandes, los automóviles y los aviones. Les encantan los días festivos y los fines de semana porque hacen con que sus amores estén mucho más tiempo junto a ellos.

Se levantan temprano. Casi despiertan al Sol y están siempre dispuestos a aprender cosas nuevas. Entre sus juguetes, es posible encontrar un hilo, algunos botones, cajitas y latitas, e incluso, una fruta verde mordida.

Y claro, entre tantas cosas raras, un objeto diferente, que ellos encontraron en algún lugar y depositaron en el baúl de su tesoro.

Son criaturas mágicas. Cualquiera puede cerrar la puerta de su cuarto de herramientas, para que ellos no entren. Pero no se logra cerrar la puerta del corazón. Ellos siempre descubren una forma de entrar y acomodarse.

Podemos echarlas de nuestra oficina, porque tenemos un trabajo importante para concluir. Pero es imposible  retirarlas del nuestro pensamiento.

Podemos regresar a casa cansados, desanimados por todo lo que hemos hecho y por las muchas cosas que no fueron bien.

Podemos entrar en casa con el pensamiento en el proyecto que precisamos concluir con rapidez y cuja solución está bastante difícil.

Pero, bastará que ellos vengan a nuestro encuentro gritando: papá, mamá, se encaramen en nuestro cuello para que desaparezca el cansancio y renovemos nuestra disposición íntima.

Esas criaturitas se llaman niños y Dios las ha puesto a nuestro lado para  decirnos, todos los días, que el mundo tiene solución, que el amor existe y que el hombre, en su esencia, es bueno. 

*** 

Asiduamente, los espíritus renacen en el mismo medio en el que ya han vivido, estableciendo de nuevo relaciones con las mismas personas.

Es así que encontramos espíritus amigos entre los hijos que nos llegan. Su presencia en nuestras vidas se constituye en un verdadero bálsamo.

Ellos vuelven para brindarnos su amor otra vez, para regalarnos su presencia física.

Por eso no despreciemos los gestos de cariño, las palabras dulces de estos seres que la divinidad ha puesto en nuestras vidas y que nos llaman de padre y madre.

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