¿Cómo tratas a los obstáculos que el Mundo te presenta en el camino?
¿Cómo recibes las oposiciones de las personas con relación a tus habilidades, a tu potencial?
¿De qué realmente somos capaces?
Algunos casos célebres de previsiones y juicios del Mundo que resultaron equivocados, tal vez puedan iluminar esas reflexiones e inspirar nuestra jornada.
Después del primer test cinematográfico de Fred Astaire, el Director de testes de la MGM en un memorando con fecha de 1933, afirmaba:
¡No sabe representar! ¡Ligeramente calvo! Baila poco.
Astaire conservó ese memorando colgado sobre la chimenea en su casa en Beverly Hills.
Beethoven cogía torpemente su violín y prefería tocar sus propias composiciones en vez de perfeccionar su técnica.
Su profesor le consideraba un compositor sin futuro.
Los padres del famoso cantor de ópera Enrico Caruso deseaban que fuese ingeniero.
Su profesor le dijo que no tenía voz y no podría cantar.
Uno de los profesores de Albert Einstein le describió como: Mentalmente lento, antisocial y eternamente sumergido en sus sueños imbéciles.
Louis Pasteur fue solo un alumno mediano en los estudios de la enseñanza básica. Obtuvo el décimo quinto lugar entre los veinte y dos alumnos de Química.
Dieciocho editores no aceptaron la historia de diez mil palabras de Richard Bach acerca de la gaviota sublime. Finalmente, en 1970 una editora la publicó.
En 1975 ya eran más de siete millones de ejemplares vendidos, solamente en los Estados Unidos.
Todas esas celebridades mostraron al Mundo que su juicio estaba equivocado.
Mostraron que solo nosotros, en la intimidad de nuestra fuerza de voluntad, de nuestro brillo secreto, somos aptos para saber de que realmente somos capaces.
Los juicios del Mundo, de las personas, son insuficientes para evaluar el interior de nuestro ser.
Evalúan situaciones momentáneas, escenas estancadas en el tiempo, experiencias aisladas, pero nunca aquilatan la potencialidad del alma.
De esta manera, todos esos genios y tantos otros anónimos en la Tierra, de tiempos en tiempos sorprenden el Mundo con su esplendor.
Nadie mejor que ellos conoció la palabra obstáculo.
Pero, con certeza, no enfrentaron las adversidades, las barreras, como la mayoría de nosotros aún enfrentamos.
Donde vemos impedimento, oposición, ellos ven superación, ven oportunidad.
Ojalá esté cerca el día de nuestra vida en que podamos mirar hacia atrás, después de una gran conquista, y decir: ¡El Mundo estaba equivocado! ¡Yo he sido capaz!
Celebremos la auto-superación siempre que sea posible.
Cultivemos esa costumbre a nuestros hijos desde la niñez, mostrándoles que las derrotas son parte del camino y cuando son bien comprendidas nos estimulan hacia adelante en vez de hacernos retroceder.
Y cuando de las victorias, en vez de erróneamente inflarles el orgullo haciendo comparaciones sin sentido con los demás, acordémonos de enseñarles que ahora están mejores que antes y que eso es lo más importante.
Redacción del Momento Espírita
En 28.07.2008.