Todo en el Universo es dinamismo y labor.
Los mundos giran incesantemente por el espacio infinito, en jornadas grandiosas.
Las estaciones del año mantienen la Tierra en un proceso de constante y viva metamorfosis.
Las especies animales y vegetales están en continuo perfeccionamiento.
La organización y el progreso surgen de las constantes alteraciones.
En el ámbito de los seres irracionales el perfeccionamiento ocurre de manera automática.
Los imperativos de la naturaleza hacen que apenas los especimenes más hábiles y adaptables vivan lo suficiente para asegurar su reproducción.
De esa manera la mejor herencia genética es transmitida a los futuros seres.
Con relación a la Humanidad el proceso evolutivo es más sofisticado.
El hombre no es guiado solo por el instinto de forma automática.
Él dispone de la razón para orientarlo.
Su evolución no posee como aspecto primordial las alteraciones del organismo físico.
A pesar de estar vinculado a un cuerpo, su posesión más importante es su naturaleza espiritual.
No obstante los cuerpos se sucedan a lo largo de las reencarnaciones, el Espíritu que los anima mantiene sus conquistas.
Las experiencias en la Tierra visan al perfeccionamiento intelecto-moral.
Las fatigas necesarias al mantenimiento de la vida física tienen por objeto viabilizar esa evolución.
Es muy fuerte en el hombre el instinto de conservación de la vida.
Para preservarla él se empeña en innumeras tareas.
Esas tareas, desarrolladas con la finalidad de obtener bienestar y seguridad, lo hacen superarse cada día.
En el ambiente profesional la gentileza es imperativa.
Nadie puede darse al lujo de menospreciar a los clientes y maltratar a los colegas y superiores.
También es necesario ser puntual, vestirse adecuadamente, hablar con corrección.
La competencia estimula al perfeccionamiento continuo de los propios talentos y habilidades.
Lentamente la persona desarrolla disciplina, tolerancia, amor al estudio y buenos modales.
En el caso que no necesitara trabajar para mantenerse el hombre permanecería en bruto.
Todo se encadena con perfección en los planes divinos.
La Humanidad es una fase, después de ella viene la Angelical.
En el concierto cósmico no hay favores o privilegios.
Cada cual es responsable por su destino y por los caminos recorridos.
Pero siempre y en cualquier condición habrá trabajo por hacer.
Los mismos ángeles trabajan en la manutención del orden cósmico.
Trabajar no es un castigo tal como el vagabundo lo califica.
Pereza e inacción son señales de enfermedad y de muerte.
* * *
Valora tus tareas.
Realízalas con amor, aun con dificultades.
Si apenas te sientes bien el fin de semana, esfuérzate para cambiar ese modo enfermizo de percibir el mundo.
Tu trabajo corresponde a una genuina bendición a tu favor.
Si el te exige paciencia, renuncias y esfuerzos no te rebeles.
Son exactamente tus esferas de dificultades que están siendo trabajadas.
Mientras no enfrentes y superes tus deficiencias evolutivas ellas continuarán presentes en tu vida.
Después de vencerlas, estarás listo para las experiencias más sublimes.
Piensa en eso.
Redacción del Momento Espírita.
En 25.04.2008.