En una escuela de enseñanza básica, una niña de siete años hace un dibujo de un paisaje con tintas coloridas.
Era la tarea del día en la clase. Pintar un sitio donde les gustaría estar.
La niña se esmeró con la paleta de colores y produjo, entusiasmada, su obra de arte.
Con ansias, se irguió de la silla y fue a enseñarla a su profesora.
Al mirar la pintura, la maestra de inmediato observó que había algo distinto.
Para incentivarla le dijo susurrando un muy bueno. Haciéndole un cariño cogió el dibujo en las manos.
Los dibujos serían expuestos al día siguiente en el mural de la escuela.
En el intervalo para la merienda la profesora no se contuvo, cogió el dibujo y lo enseñó a las demás colegas que se encontraban en la secretaría de la escuela.
Ella deseaba una opinión sobre aquello. Algunas de ellas conocían más acerca de la psicología infantil y tal vez podrían ayudarla a descifrar la pintura.
¿Qué quiso ella decir con eso? Debe estar enseñando algún sentimiento, algo que ella tiene guardado. ¿Qué será?
Las amigas de oficio no supieron que decir. Algunas dijeron que no era nada, que no debería preocuparse. Pero se podría decir que ella estaba intrigada.
Volvió a la clase y decidió que al final de la jornada iba a conversar con la niña y preguntarle que significaba el dibujo.
Discretamente, con la pintura en las manos, la invitó a su mesa y le preguntó:
¿Cariño, puedes explicarme algo? La niña señaló con la cabeza.
Si el cielo es azul, ¿por qué dibujaste un cielo color rosa?
¡Pero el cielo no es azul, tía! – le contestó, con cortesía.
¡Aquel que dice que el cielo es azul es un analfabeto del cielo!
Ayer, al final de la tarde, el cielo por detrás de mi casa estaba así, rosado.
Un día vi un cielo color naranja! Por la noche es siempre negro o azul oscuro, pero en el día puede estar ceniza claro, ceniza oscuro, rojo…
Mira… ¡Una vez vi una tempestad tan grande en el cielo que lo coloreó de verde! No son muchos los que me creen pero lo he visto, era verde…
* * *
La niña hizo un verdadero discurso acerca de los colores del cielo, dejando boquiabierta la profesora desatenta.
Ella nunca había pensado en eso. Aceptó con facilidad la verdad del cliché que el cielo es azul y se olvidó de la variedad de colores posibles en el cimborrio terrenal.
Se dio cuenta, entonces, como los niños poseen una sensibilidad admirable y que tenía mucho para aprender con ellos.
Con certeza, en otra oportunidad, antes de pensar que pudiera existir algún problema en un niño, iba analizarse a fin de percibir si no era su sensibilidad la que necesitaba de escuela.
* * *
Todo niño es especial y merece ser cuidado como tal.
De la misma manera como no siempre el cielo es azul, cada niño posee sus particularidades y los educadores necesitan estar atentos a ellas.
No se puede utilizar una misma fórmula, el mismo modelo de enseñanza o educación en el hogar, para todos los niños.
Son necesarios ajustes, adecuaciones, atenciones individualizadas.
Todo cielo es bello, aunque sea amarillo, rosado, rojo o negro.
Redacción del Momento Espírita.
Disponible en el CD Momento Espírita Español, v. 1, ed. FEP.
El 24.6.2014.