Momento Espírita
Curitiba, 22 de Dezembro de 2024
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ícone La pluma del pavo real

        Cuenta una leyenda árabe que un nómada del desierto resolvió, cierto día, cambiar de oasis.

        Juntó todos los utensilios que poseía, arreglándolos de manera ordenada arriba de su único camello.

        El animal era fuerte y paciente. Sin perturbarse, fue soportando el peso de los tapices de predilección de su dueño.

        Después fue cargado arriba de el las telas de paisajes árabes, maravillosamente pintadas.

        A continuación fueron ubicados los objetos de cocina, de tamaños variados.

        Finalmente, diversos baúles llenos de baratijas. Nada podía ser desechado. Todo era importante.

        Todo hacía parte de la vida de aquel nómada, que deseaba erguir un nuevo hogar en otros parajes, igual al que allí tenía.

        El animal soportó firme, sin rebelarse con el peso excesivo que le imponía el dueño.

        Después de algún tiempo el camello estaba abarrotado. Pero seguía de pié.

        El beduino se preparaba para partir cuando se acordó de un detalle importante: una pluma del pavo real.

        Él la utilizaba como lápiz para escribir cartas a los amigos, supliendo su soledad en el desierto.

        Con cuidado fue a buscar la pluma y encontró un sitio todo especial para ubicarla arriba del camello.

        Tan pronto lo hizo el animal se cayó con el peso y se murió. El hombre, muy enfadado,  exclamó:

        ¡Qué animal débil! ¡No soportó una mera pluma del pavo real!

* * *

        A veces, actuamos como el nómada del cuento. No es raro el trabajador que pierde el empleo y reclama: Me han despedido solamente porque llegué diez minutos retrasado.

        Él se olvida de decir que se retrasa diez minutos casi todos los días.

        Otro dice: Mi esposa es muy intolerante. Se peleó conmigo solamente porque llegué un poco embriagado, después de una fiesta con los amigos.

        La realidad es que él tiene la costumbre de llegar embriagado, tornándose indecente y hasta agresivo.

        Existen personas que viven pidiendo prestado dinero, libros, ropa para ir a una fiesta, una lista sin fin.

        ¡Y se quedan enfadados cuando reciben un no de la persona que ya se cansó de vivir prestando!

        Es común decir que es la gota de agua que hace desbordar el vaso. En verdad todo ser humano tiene su límite.

        Cuando el límite es traspasado se torna difícil las relaciones entre las personas.

        En el ambiente familiar son las pequeñas faltas, casi imperceptibles, que se van acumulando, día tras día.

        Es entonces que sucumben las relaciones conyugales, terminan matrimonios que parecían duraderos.

        Amistades de largos años se deterioran. Empleos son perdidos, sociedades que se rompen.

        Todo se debe al exceso de requerimientos diarios, pequeñas faltas pero constantes, pequeños deslices siempre repetidos.

        Mentiras que parecen sin importancia. Sin embargo, siempre renovadas.

        Y llega el día que la persona no soporta más y adopta una actitud que sorprende a quien no se diera cuenta de cómo la sobrecargara, a lo largo de las semanas, meses y años.

* * *

        Mantente atento en todas tus actividades diarias.

        No permitas que tus acciones perjudiquen a los demás, aunque de manera moderada.

        No descargues en los demás tu frustración o insatisfacción.

        Respeta a las amistades. Preserva la armonía del ambiente familiar.

        Sé tú, siempre, aquel que tolera, comprende y ten siempre a la mano una buena dosis de sentido común.

Redacción del Momento Espírita con base en el texto A pena de pavão, de Djalma Santos, extraída del periódico Laços fraternos (RJ), Brasil, marzo de 2004.
En 24.03.2008.

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