Momento Espírita
Curitiba, 22 de Dezembro de 2024
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ícone Lo que puedo hacer yo

        El escritor suizo, Denis de Rougemont, activo defensor de la unión europea y especialmente un estudioso del occidente, dijo algo que inspiró muchos discursos políticos:

        La decadencia de una sociedad empieza cuando el hombre se pregunta a si mismo: “¿Qué irá ocurrir?”, en vez de indagar: “¿Qué puedo hacer yo?”

        Son posturas muy distintas delante de la vida.

        El filósofo brasileño Mário Sergio Cortella, al analizar el tema con mayor profundidad, afirma:

        La decadencia, sea en una sociedad más amplia o en otras instancias como en la familia, en el trabajo, etc,  empieza cuando el imperativo ético de una acción es sustituido por la acomodación y por la espera desalentada.

        En la sociedad moderna, muchos de nosotros nos estamos acostumbrando  rápidamente con algunas desviaciones que parecen fatales e inexorablemente presentes, como si fuesen parte de la vida.

        Así, nos acostumbramos con la violencia, con el desempleo, el hambre, la corrupción y otros.

        ¡Es el abatimiento como hábito! – exclama el filósofo.

        Como si un conveniente modo de pensar estampado en el rostro y en las palabras disfrazase una supuesta impotencia individual, pero que en realidad es una actitud egoísta y narcisista indirectamente cómplice.

        Es muy confortable pensar de esa manera…

        Confortable y extremadamente peligroso.

        Felizmente aun existe la esperanza.

        Sin embargo, no se puede confundir la esperanza del verbo esperanzar con la esperanza del verbo esperar – como sugiere Paulo Freire.

        ¡Esperanzar es levantarse, esperanzar es salir a buscar, esperanzar es construir, es no entregarse!

        Es seguir adelante, juntarnos a los demás para hacer de una manera diferente.

        Se puede observar claramente que la esperanza del verbo esperanzar es dinámica, mientras la otra es estática, desalentada, muchas veces cobarde…

        La esperanza nos invita a pensar:

        ¿Violencia? ¿Qué puedo hacer yo?

        ¿Desempleo? ¿Qué puedo hacer yo?

        ¿Hambre? ¿Qué puedo hacer yo?

        ¿Corrupción? ¿Qué puedo hacer yo?

        Siempre tendremos algo que hacer. Siempre podremos contribuir con algo, aunque sea con nuestro ejemplo al actuar en el bien en las pequeñas cuestiones del día a día.

        Todos debemos preguntarnos: ¿Qué estamos haciendo por una sociedad mejor? ¿Cuál es  nuestra contribución? ¿Qué podemos aportar para ayudar?

        No es mucho lo que se nos pide, pues cuando muchos hacen un poco de lo que sea, eso genera transformaciones, genera movimiento, revoluciones silenciosas…

        No es necesario hacer mucho, solamente no se debe ceder a la acomodación viciosa, a la indiferencia paralizante, a la alienación mortificadora.

        ¿Qué puedo hacer yo? ¿Qué puedes tu hacer para mejorar al mundo?

* * *

        René Descartes, en su obra Las pasiones del alma, afirma que la voluntad es por naturaleza tan libre que jamás puede ser coaccionada.

        Necesitamos permitir que nazca la voluntad de una vida mejor y conducirla en los primeros pasos de la acción todos los días…

Redacción del Momento Espírita con base en el capítulo A resignação como cumplicidade, del libro Não nascemos prontos – provocações filosóficas, de Mário Sérgio Cortella, ed. Vozes, Brasil, y el  texto del libro As paixões da alma – Dicionário filosófico de citações, de René Descartes, ed.  Martins Fontes, Brasil.
Em 18.02.2008. 

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